La Celestina

Su composición se remonta a los últimos años del siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos en España, y su extraordinario éxito editorial comenzó en el siglo XVI y continuó, con altibajos, hasta su prohibición en 1792.

Finalmente, la pura métrica del colofón en verso invita a fechar esta edición más bien entre 1500 y, como tarde, 1502.

Sin embargo, necesariamente hubieron de existir varias ediciones anteriores, no ya solo en consonancia con el éxito editorial que había conocido la Comedia, sino porque en 1506 aparecía en Roma una traducción de la Tragicomedia al italiano que, por supuesto, tiene como modelo una edición desconocida del texto en castellano.

La traducción italiana de Alphonso Hordognez fue impresa por primera vez como la Tragicocomedia di Calisto e Melibea por Eucario Silber, Roma, 1506.

Aunque estas críticas se dieron con regularidad,[12]​ La Celestina no apareció en el Index hasta 1632, y aun entonces únicamente fue sometida a expurgo.

Solo en 1595 se publicará en Amberes la primera edición del texto en castellano con el nombre de «La Celestina» en la portada donde este parece pertenecer realmente al título.

Sin embargo, en tiempos más recientes han surgido serias dudas sobre la pertinencia de esta identificación.

Aunque su origen está en la crítica impresionista del siglo XIX y no le falten partidarios a lo largo del siglo XX,[19]​ la defensa más sólida y más reciente de esta hipótesis se debe a Miguel Martínez (1996).

Sin embargo, esta asignación genérica no empieza a perder fuerza verdaderamente hasta las observaciones de María Rosa Lida, quien relaciona La Celestina con la llamada «comedia humanística».

[21]​ Dicha comedia humanística no estaría sujeta a representación, sino a una lectura en alto dramatizada, tal cual describe el editor Alonso Proaza: En su día conoció una gran repercusión la definición de La Celestina como «diálogo puro» de Stephen Gilman en su The Art of "La Celestina" (1956).

Sin embargo, su intención ha sido muy debatida en un abanico que va desde esta finalidad moralizante (todos los personajes mueren por sus pecados) a otra crítica (la sociedad es la causa de las muertes).

Hay un misterio sin resolver en la trama: ¿Cómo es que dos jóvenes de buena familia no intentan el casamiento?

Sostenida por Marcelino Menéndez Pelayo, quien ve en La Celestina un escepticismo religioso y moral que contradice los principios ortodoxos afirmados por Rojas.

Américo Castro, por su parte, ve La Celestina como contienda literaria de castas (su teoría tiene concomitancias con Gilman).

La escena inicial es desconcertante, pero dota a la obra del carácter dramático necesario para este primer encuentro y para el violento rechazo que conlleva.

Pocos son los hechos que escapan de esta relación causa-efecto para sorprender al lector o a los personajes.

A esto se reducen los temas principales: el amor, la muerte y la codicia (distintas versiones según los personajes).

En esta tradición a la clase alta se le atribuía el refinamiento y las doctrinas, frente al amor que las capas bajas eran incapaces de experimentar.

Así, la vieja quiere asistir de testigo al acto sexual entre Pármeno y Areúsa, y Melibea, ya loca de amor, no halla inconveniente en que su criada Lucrecia esté presente en el huerto mientras hace el amor con Calisto.

Vive «rodeada de ponzoñosos ungüentos y de fórmulas mágicas cuyo poder residía en la fuerza del lenguaje» pero «puede además disparar el terrible dardo del maleficio, opera con poderes nocturnos, conjura y obliga al mismísimo Satán».

Sus móviles son la codicia, el apetito sexual (que sacia facilitando e incluso presenciando) y amor al poder psicológico.

Representa un elemento subversivo dentro de la sociedad: se siente comprometida a propagar y facilitar el goce sexual.

No obstante, Lida de Malkiel señala que el casamiento entre cristianos nuevos y viejos siempre fue lícito.

En todo caso, cabe recordar que el amor ilícito o escondido se encuentra muy arraigado en la lírica popular peninsular.

Lo que ella cuida es su externo concepto del honor: no hay pudor personal ni sujeciones morales.

Cuando Calisto canta sensuales canciones a Melibea, Lucrecia siente envidia hacia su ama y es por ello por lo que a Celestina no le cuesta nada sobornarla con productos para aclarar el pelo y para quitar el mal aliento.

Alisa es la madre de Melibea y no mantiene una verdadera relación con su hija; se limita a especular sobre su matrimonio sin haberle consultado apenas.

Segundo salto temporal: se da entre los actos XV y XVI, entre los que pasaría un mes.

Se utiliza un lenguaje llano al que las necesidades del diálogo dan dramatismo y variedad.

Las modalidades de diálogo más importantes son las réplicas breves, que reflejan naturalidad y modernidad.

Manuscrito de Palacio (fol. 93 v )
Comedia de Calisto y Melibea . Fadrique de Basilea , Burgos, 1499 (pero 1500-1502).
Tragicomedia de Calisto y Melibea . Jorge Coci , Zaragoza, 1507.
Tragicomedia de Calisto y Melibea . Ramón de Petras, Toledo, 1526.
La Celestina de Juan Sedeño . Pedro de Castro , Salamanca, 1540 (fol. 4 v ).
La Celestina . Cesare Arrivabene, Venecia, 1519.
Portada de la primera edición española conocida con el nombre de Fernando de Rojas en portada.
La Celestina comentada , BNE MSS/17631, ff. 27v-28r (Biblioteca Digital Hispánica).
Calisto arrodillado ante Melibea.