Cultismo

En la tradición filológica del castellano, se llama cultismo[1]​ a una palabra cuya morfología sigue muy estrictamente su origen etimológico griego o latino, sin sufrir los cambios que la evolución de la lengua castellana siguió a partir de su origen en el latín vulgar.No es infrecuente que el término clásico recuperado exista ya, de manera transformada, en el acervo lingüístico.Algunos ejemplos de cultismos en castellano son: álbum (en latín album), alien (en latín alien), audio, campus, déficit, hábitat, fábula, fórum, ibídem, ídem, ítem, lapsus, lingua franca, médium, memorándum, ópera, superávit, tedeum, ultimátum, vídeo.Se introdujeron muchos cultismos en la lengua española durante la Edad Media (por Gonzalo de Berceo, por ejemplo, que tuvo que crear una lengua literaria de la nada) y durante la gran renovación del lenguaje poético realizada por Luis de Góngora y el llamado culteranismo del siglo XVII.Es un semicultismo, porque mantiene (sin adaptarse totalmente a la castellanización, en este caso) algunas características propias de la lengua latina —la terminación en -s—, pero, a la vez, sufre leves modificaciones fonéticas (cambio de eu por io).