El término colapsología es un neologismo aparecido al principio del siglo XXI para designar el estudio del colapso de la civilización industrial y de lo que podría suceder con ella.[1] Desarrollada en Francia en el Instituto Momentum, cofundado por Yves Cochet que define el colapso como «el proceso al final del cual las necesidades básicas (agua, alimentación, vivienda, vestimenta, energía, etc.) ya no se proporcionan (a un costo razonable) a la mayoría de la población por medio de servicios enmarcados dentro de la ley[2]», la colapsología fue bautizada y dada a conocer por los teóricos Pablo Servigne y Raphaël Stevens a través del libro Cómo todo puede colapsar: Pequeño manual de colapsología para las actuales generaciones, publicado en 2015.Los colapsólogos estiman que el colapso de la civilización industrial podría provenir de la conjunción de diferentes crisis: crisis medioambiental, energética, económica, geopolítica, democrática...[3] La colapsología se presenta como un ejercicio transdisciplinario que relaciona la ecología, la economía, la antropología, la sociología, la psicología, la biofísica, la biogeografía, la agricultura, la demografía, la política, la geopolítica, la arqueología, la historia, la futurología, la salud, el derecho y el arte.[4] La palabra «colapsología» es un neologismo inventado «con una cierta autoburla»[5] por Pablo Servigne —ingeniero agrónomo— y Raphaël Stevens —experto en resiliencia en sistemas socio-ecológicos—.[7] Aunque el hecho de unir raíces de orígenes diferentes (griega y latina) crea un «monstruo» (esta técnica es utilizada a menudo para dar un valor peyorativo a las palabra construidas así), el término colapsología no es peyorativo.[8][9] Desde 1972, el informe Meadows, titulado The Limits of Growth (Los límites del crecimiento), realizado por investigadores del MIT, viene alertando sobre los riesgos de un crecimiento demográfico y económico exponencial, en un planeta con recursos limitados.), Plinio el Joven (79 d. C.), Ibn Jaldún (1375), Montesquieu (1734), Edward Gibbon (1776), Georges Cuvier, (1821), Élisée Reclusos (1905), Oswald Spengler (1918), Arnold J. Toynbee (1939), Günther Anders (1956), Samuel Noah Kramer (1956), Leopold Kohr (1957), Rachel Carson (1962), Donella Meadows, Dennis Meadows & Jørgen Randers (1972), René Dumont (1973), Hans Jonas (1979), Joseph Tainter (1988), Al Gore (1992), Hubert Reeves (2003), Richard Posner (2004), Jared Diamond (2005).Según ellos, el proceso está ya en curso, y la única posibilidad es intentar reducir los efectos devastadores a corto plazo.Alerta del peligro de un ecofascismo destinado a preservar para una minoría los recursos mundiales.Lista no exhaustiva de los temas generales identificados y especialmente considerados por Pablo Servigne y Raphaël Stevens, dentro de su trabajo conjunto:[4] Varios artículos, publicados por autores diferentes, proponiendo una crítica sobre la colapsología, han sido publicados desde la aparición del libro de Pablo Servigne y Raphaël Stevens en 2015.[2] Según Igalens, «el hecho de compartir un concepto», en este caso el colapso, «no construye por sí solo una disciplina científica, la cual supone una articulación de conceptos, y en este caso, esta articulación es diferente en biología, en física, en antropología, en psicología, etc.».En su crítica (2015) del ensayo Cómo todo puede colapsar, reprocha —entre otras cosas— a los dos autores la ausencia de análisis sobre el capitalismo: «El vínculo entre este sistema particular y la acumulación, no es evocado ni siquiera».El colapso debe, según Tanuro, ser combatido con respuestas anticapitalistas, bloqueando, por ejemplo, los proyectos de expansión del capital fósil (lo que Naomi Klein llama «blockadia» en su obra Esto lo cambia todo):El novelista imagina un mundo donde la civilización industrial, repentinamente privada de electricidad, ha colapsado mientras pretendía reconstruir la sociedad sobre unas bases diferentes, y muestra también la creación de una comunidad organizada que ha sobrevivido a la catástrofe.Durante este mismo reportaje, el primer ministro francés Édouard Philippe declara, durante una entrevista, estar «obsesionado» por la tesis del colapso desde que ha descubierto el ensayo del geógrafo y biólogo estadounidense Jared Diamond, denominado Colapso: ¿por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen?.[38] Según la revista Slate, las ideas de la colapsología «parecen muy ancladas» en la sociedad francesa.Cuestionados sobre cómo podría parecer el mundo después de un colapso, el 25 % de los encuestados «apuestan por un regreso a la naturaleza individualizada, teñido de sobrevivalismo; 25 % por un regreso a la naturaleza vía comunidades autogestionadas; y 19 % por un regreso a naciones Estado más limitadas» (el 26 % no se pronuncia).
El Final del Mundo,
pintura de John Martin, (1851-1853).