En los seres humanos no tienen un efecto tan radical, pero sí afectan a la fertilidad y pueden provocar pequeñas deformaciones como genitales ambiguos o criptorquidia.
[4][5] Desde la aparición del libro "Primavera silenciosa",[6] de Rachel Carson, se ha tomado conciencia de los efectos profundos y deletéreos que podrían ejercer ciertas sustancias sobre el medio ambiente, y que la salud humana está inextricablemente unida a la salud ambiental.
Las dosis pueden ser extremadamente bajas, del orden de algunas partes por billón y su relación con la respuesta (efectos sobre la salud) es compleja.
Dichas características son: 1) El momento de la exposición es decisivo para poder diagnosticar la gravedad del efecto y la evolución posterior.
Hay efectos distintos dependiendo de la fase del desarrollo (embrión, feto, organismo perinatal o adulto).
Las lesiones pueden llegar a ser irreversibles si la exposición se da en períodos con una elevada diferenciación celular u organogénesis.
Si la exposición ha sido de tipo embrionaria, las consecuencias no son evidentes hasta que se alcanza el estadio adulto del individuo.
Algunos organismos mantienen listas actualizadas de interruptores o disruptores endocrinos, indicando sus efectos y la referencia científica en la que se sustentan para su inclusión.