Invierno nuclear

El invierno nuclear es un fenómeno climático que describe la consecuencia del uso indiscriminado de bombas atómicas.

El proceso seguiría estos pasos: la bomba nuclear levantaría una enorme nube de ceniza y polvo que estaría en suspensión en la atmósfera durante meses.

Además, el ambiente sería irrespirable, por lo que muchos animales morirían directamente, al no poder efectuar la respiración.

Según este estudio, incluso los intercambios atómicos más modestos serían suficientes para producir efectos del mismo orden que la pequeña edad de hielo o el año sin verano.

Por otro lado, estos nuevos cálculos basados en versiones modernas de modelos climáticos predijeron una vida media del hollín cinco veces más prolongada que la estimada en los años 1980,[4]​ lo cual contribuiría a agravar y alargar las consecuencias sobre el clima.

También hay estudios que han explicado dicho enfriamiento por las variaciones del viento solar si bien tampoco se ha podido probar que sea esa la causa y, ni siquiera, la contribución principal del enfriamiento de esos años.

Imagen gráfíca de lo que pudiera ser un invierno nuclear.
Anomalías térmicas durante el siglo XX. Sobre las variaciones anuales se ha ajustado una media móvil de 5 años. Se observa cómo durante los años sesenta y setenta se produjo no solo un frenazo en el calentamiento sino que de hecho las temperaturas empezaron a descender.
Número de pruebas nucleares por décadas. En los años sesenta y setenta se puede ver cómo coincide la disminución de las temperaturas con el momento de máximo apogeo nuclear. En las décadas siguientes la mayoría de pruebas fueron subterráneas y por lo tanto no tuvieron contribución alguna al efecto que se trata.