En 1912, fue a realizar más estudios en Dar al-Da'wa wa al-Irshad de El Cairo, un seminario islámico bajo la tutela del teólogo salafista Muhammad Rashid Rida.
Durante la Segunda Guerra Mundial colaboró tanto con Italia como con Alemania realizando transmisiones de radio propagandísticas y ayudando a los nazis a reclutar musulmanes bosnios para las Waffen-SS (con el argumento de que compartían cuatro principios: familia, orden, líder y fe).
Este gobierno, con sede en la Gaza gobernada por Egipto, obtuvo un reconocimiento limitado por parte de los estados árabes, pero finalmente fue disuelto por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser en 1959.
Según Sir Louis Bols, dirigentes y funcionarios sionistas como David Yellin ejercieron una gran presión sobre la administración militar para que destituyera al alcalde de Jerusalén, Musa al-Husayni, dada su presencia en la manifestación del marzo anterior.
[47] Sir Herbert Samuel, recientemente nombrado Alto Comisionado británico, declaró una amnistía general para los condenados por complicidad en los disturbios de 1920, excluyendo sólo a Amin al-Husseini y Al Aref.
[50] Su nombramiento inicial fue como simple muftí, pero cuando se creó el Consejo Supremo Musulmán al año siguiente, Husseini exigió y recibió el título de Gran Muftí que se había creado anteriormente, tal vez siguiendo las líneas del uso egipcio,[51] por los británicos para su medio hermano Kamil.
Entre otras funciones, a estos tribunales se les confiaba la facultad de nombrar maestros y predicadores.
Inmediatamente después se emprendieron obras, a menudo ruidosas, en una mezquita situada encima del lugar de oración judío.
[83] También pidió a los representantes sionistas que se abstuvieran de llenar sus periódicos con ataques contra el gobierno y las autoridades musulmanas.
[91] Fuertemente vinculado al partido antihachemita, y atacado por partidarios de Abdullah en Transjordania por malversar fondos destinados a la campaña contra Francia, al-Husseini pidió un visado para él y Awni Abd al-Hadi para viajar a Siria, donde se disputaba el liderazgo de la causa siria antifrancesa.
[103] Entre 1928 y 1929, una coalición de un nuevo grupo nacionalista palestino comenzó a desafiar la hegemonía ejercida hasta entonces por al-Husseini.
Las versiones difieren sobre si apoyó o no a Izzedin al-Qassam cuando emprendió actividades clandestinas contra las autoridades del Mandato Británico.
Al prometer eliminar gradualmente la inmigración judía a Palestina, Gran Bretaña esperaba recuperar el apoyo de los vacilantes árabes.
Sin embargo, si Rusia, Japón e Italia se pusieran del lado de Alemania, los iraquíes deberían proclamar una revuelta en Palestina.
Ese verano, Gran Bretaña abandonó todos los intentos de negociar con al-Husseini, por lo que este decidió unirse a Alemania.
En el discurso, criticó duramente a quienes consideraba agresores contra los musulmanes, es decir, «judíos, bolcheviques y anglosajones».
En el momento de la apertura del Instituto, se estima que había apenas 3000 musulmanes en Alemania, incluidos 400 alemanes conversos.
[187] Durante la Segunda Guerra Mundial, al-Husseini trabajó para las potencias del Eje como propagandista en la radio dirigida a la opinión pública árabe.
Goldenbaum concluyó que «los árabes en general no parecían ser socios con iguales derechos, sino destinatarios secundarios de la propaganda y las órdenes.
Ustedes, mis musulmanes bosnios, son la primera división islámica [y] sirven como ejemplo de colaboración activa...
[215] En otra ocasión, Himmler, dirigiéndose a la unidad, declaró: «Alemania [y] el Reich han sido amigos del Islam durante los últimos dos siglos, no por conveniencia sino por convicciones amistosas.
[217] Henri Ponsot, antiguo embajador de Francia en Siria, dirigió las conversaciones con él y tuvo una influencia decisiva en los acontecimientos.
Aunque fue localizado por miembros del ejército judío que comenzaron a planear su asesinato, la misión fue cancelada en diciembre por Moshé Sharet o bien por David Ben-Gurión, probablemente porque temían convertir al Gran Mufti en un mártir.
Haj Amin al Husseini fue el presidente de la AHE, aunque estuvo ausente, y Jamal actuó como vicepresidente.
Posteriormente, al-Husseini regresó a Egipto y comenzó su liderazgo práctico de los árabes palestinos mientras residía en El Cairo.
Escribe Elpeleg que «hasta cierto punto» Husseini fue elegido como «chivo expiatorio» de esta derrota.
En total, doce ministros, que en ese momento vivían en diferentes países árabes, se dirigieron a Gaza para asumir sus nuevos cargos.
[258] Permaneció como invitado del Tercer Reich, continuando su colaboración con el nazismo hasta poco antes de la capitulación alemana.
[261][262] Asimismo, el profesor Dan Michman, un renombrado experto y cabeza del Instituto Internacional para Investigaciones del Holocausto, señaló que si bien Al-Husayni en efecto se reunió con Hitler, esto ocurrió cuando la implementación de la solución final ya había sido decidida tiempo atrás por los jerarcas nazis.
En ese mismo sentido se pronuncia la historiadora israelí Dina Porat señalando que las afirmaciones de Netanyahu son incorrectas: «no se puede decir que fue el Muftí quien dio a Hitler la idea de matar o quemar judíos», agregando «Eso no es verdad.