De hecho, una breve confederación entre la República Árabe Unida y el Reino Mutawakkilita de Yemen dio lugar a los Estados Árabes Unidos, que desaparecieron a la par que la unión formada entre Egipto y Siria.
En marzo de 1957, los israelíes evacuaron completamente la península del Sinaí y Egipto recuperó su integridad territorial.
En este complejo tablero, la URSS apoyó claramente la causa nacionalista tanto siria como egipcia, hasta que se unieron en la RAU.
Al constituirse un Parlamento en Siria, tanto el Baaz como el Partido Comunista alcanzarían pleno protagonismo y desde ese momento, será una marcada línea política el intento de unión con Egipto.
Conviene resaltar que Siria fue, posiblemente, la potencia árabe más perjudicada tras la guerra árabe-israelí de 1948.
El panorama geopolítico no era muy halagüeño para Egipto y Siria, que se vieron paulatinamente más aislados.
Nasser aceptó, principalmente, por no perder protagonismo y evitar así un apoyo directo de la URSS a Siria.
La consulta tenía dos preguntas: La nueva República Árabe es una realidad y el entusiasmo de la población alcanza cotas inéditas.
En el mismo momento que nace la RAU, en el tablero regional los países se posicionan a su favor o contra la influencia o proximidad a los dos grandes bloques del momento, Estados Unidos y la URSS.
Sus dirigentes, Hussein y Feisal (emparentados genealógicamente, son primos) decidirán unirse ante la amenaza antimonárquica que supone Nasser.
Paradójicamente, Abdul Karim Qásim (oficial artífice del fin de la monarquía) abandonará la Unión Árabe pero tampoco se unirá a la RAU.
En este contexto, Nasser consideró otras potencias que pudieran ser influenciadas para unirse a la gran unión árabe.
[12] Aquí surgirá el principal problema y la gran contradicción que dinamitaría la RAU: en Egipto el poder estaba en manos de las fuerzas armadas y los civiles ejercían un papel secundario; en Siria, por el contrario, los civiles del ilegalizado partido Baaz ostentaban el poder de facto.
Para resolver las quejas, Nasser envió a Abd al-Hakim Amir, comandante en jefe del ejercito egipcio, y amigo personal.
De esa forma, sus apoyos externos menguaron notablemente, pero sería en la política interna donde empezaría a desvanecerse la RAU.
[9] Entre Egipto y Siria, como sucede entre otras naciones árabes, las diferencias lingüísticas, religiosas o culturales son inexistentes.
Desde ese momento se trazaban las líneas del nuevo proyecto de república: «La revolución social deberá erradicar todas las secuelas del antiguo régimen y deberá seguir su curso sin que nadie la pueda detener; se formarán grupos de resistencia popular y se constituirá una guardia nacional de campesinos y obreros».
Nasser[14] influyó en un golpe de Estado en Iraq (Mossul y Kirkuk), contra Qasim.
De hecho, al caer Qasim, se llegaría a una unión federal entre Egipto, Siria e Irak.