El golpe fue perpetrado por un grupo de militares organizados bajo el grupo de los Oficiales Libres, inspirados por la organización homónima egipcia que había llevado a cabo su propia revolución en 1952.
[2] Durante los últimos diez años de monarquía reinaba la inestabilidad política, que fue aprovechada por Nuri Pasha al-Said, cuyo gobierno era de tendencia autoritaria y no contemplaba medidas para paliar la grave desigualdad social que existía en el país y satisfacer las demandas de una clase media relativamente formada que aspiraba a acceder a cargos de importancia política y económica.
[3] Los acontecimientos del mundo exterior inspiraron demandas similares en el propio territorio en la década de los 50.
En este contexto, la crisis de Suez (1956) puso al régimen iraquí en una situación especialmente difícil.
La humillación causada por su aislamiento se vio agravada por el descontento general ante la evidente ausencia de libertades civiles.
El descontento se estaba extendiendo en el ejército, donde empezaban a calar las doctrinas panárabes de Nasser.
En 1956 ya había organizadas cuatro células de Oficiales Libres en el ejército,[7] y la triple invasión a Egipto de ese año no hizo más que revitalizar el movimiento.
Otra unidad, bajo el mando del coronel Abdul Salam Arif se dirigió al palacio de Rihab y a la residencia de Nuri al-Said, situados en la orilla derecha del río.
Arif se instaló en la estación de radio y envió una unidad para asumir el control del Palacio.
A pesar de los informes tranquilizadores que el embajador Sir Michael Wright enviaba a Londres, los británicos seguían preocupados por la posibilidad de que la revolución iraquí se extendiera al vecino Kuwait.