[2] Tras la publicación en 1938, la Comisión Woodhead fue designada para examinar en detalle y recomendar un plan de partición real.
Los árabes se opusieron a la partición «en principio» y la condenaron por unanimidad, ya que «se opusieron a todo el principio de concesión de territorio a los judíos» y exigieron que el Reino Unido mantenga su vieja promesa de un Estado árabe independiente, y que «la propia presencia de los derechos que los judíos disfrutan fue una traición a la palabra británica».
Sin embargo, algunos historiadores señalan que en una carta a su hijo en octubre de 1937, David Ben-Gurión escribió que «un estado judío debe establecerse de inmediato, incluso si es sólo en parte del país.
El exalcalde de Jerusalén, Ragheb Bey al-Nashashibi (quien fue rival del Muftí en el ámbito interno palestino), fue por lo tanto enviado a explicar la perspectiva árabe a través de vías no oficiales.
Además, los judíos presentaron argumentos sobre sus derechos históricos en la Tierra de Israel, y señalaron su lealtad al mandato británico.
El muftí también afirmó que Gran Bretaña debía mantener sus declaraciones según la Correspondencia Husayn-McMahon.
[10]La Comisión consideró que los autores del Mandato no podían haber previsto la llegada de la inmigración judía masiva, que consideraban causada por la «drástica restricción de la inmigración en los Estados Unidos, el advenimiento del Gobierno Nacional Socialista en Alemania en 1933 y la creciente presión económica sobre los judíos en Polonia».
[12] La Comisión constató que «aunque los árabes se han beneficiado por el desarrollo del país a causa de la inmigración judía, esto no ha tenido ningún efecto conciliador.
[10] La Comisión señaló que el Gobierno ha tratado de cumplir las obligaciones contradictorias del Mandato en condiciones de gran dificultad, por «sostener el equilibrio» entre judíos y árabes.
Los reiterados intentos de conciliar ambas razas sólo habían aumentado los problemas.
[14]La Comisión llegó a la conclusión de que el mandato se había convertido en inviable y debía ser abolido.
[1] Estuvo a favor de la partición, como la única solución al «estancamiento» árabe-judío.
El Congreso decidió rechazar las fronteras específicas recomendadas por la Comisión Peel, pero habilitó a su ejecutivo para negociar un plan más favorable para un Estado judío en Palestina.
[24][25] Como consecuencia de la Comisión Peel, la Agencia Judía estableció comités para comenzar a planificar el estado.
[27] Los dos principales líderes judíos, Jaim Weizmann y Ben-Gurión, habían convencido al Congreso Sionista aprobar equívocamente las recomendaciones Peel como base para más negociaciones.
[...] se nos está dando una oportunidad, que nunca nos atrevimos a soñar en nuestra más loca imaginación.
[...] si a causa de nuestra debilidad, descuido o negligencia, esto no se hace, entonces habremos perdido una oportunidad que no teníamos antes, y nunca podríamos tener de nuevo».