Comparado con Robert Frost (de New England), con William Wordsworth, con Samuel Johnson, con Chaucer y con los desconocidos que escribieron, o cantaron, las elegías, es casi un extranjero.[5]Shakespeare fue poeta y dramaturgo venerado ya en su tiempo, pero su reputación no alcanzó las altísimas cotas actuales hasta el siglo XIX.Los románticos, particularmente, aclamaron su genio, y los victorianos adoraban a Shakespeare con una devoción que George Bernard Shaw denominó 'bardolatría'.Y en lo personal, con el paso del tiempo, se ha especulado mucho sobre su vida, cuestionando su sexualidad, su filiación religiosa, e incluso la autoría de sus obras.[8] William Shakespeare probablemente cursó sus primeros estudios en la escuela primaria local, la Stratford Grammar School, en el centro de su ciudad natal, lo que debió haberle aportado una educación intensiva en gramática y literatura latinas.Dos vecinos de Anne, Fulk Sandalls y John Richardson, atestiguaron que no existían impedimentos para la ceremonia.Tras su matrimonio, apenas hay huellas de William Shakespeare en los registros históricos, hasta que hace su aparición en la escena teatral londinense.Como el escritor tenía cierto interés económico en tales propiedades, para disgusto de algunos tomó una posición neutral que solo aseguraba su propio beneficio.Al parecer, el dramaturgo se habría reunido con Ben Jonson y Michael Drayton para festejar con sus colegas algunas nuevas ideas literarias.Era costumbre en esa época, cuando había necesidad de espacio para nuevas sepulturas, vaciar las antiguas, y trasladar sus contenidos a un osario cercano.Muchos «anti-stratfordianos» del momento, sin embargo, se mostraron escépticos hacia esta hipótesis, aun cuando fueron incapaces de proponer otra alternativa.El poeta y dramaturgo Christopher Marlowe se ha barajado también como alternativa, aunque su temprana muerte lo relega a un segundo plano.El World Book Encyclopedia señala «la negativa a creer que un actor de Stratford-upon-Avon hubiese podido escribir tales obras.Esta sospecha se asienta en una famosa cita de su testamento: «Le dejo mi segunda mejor cama», pasaje que ha suscitado las más dispares interpretaciones y no pocas especulaciones.Lo cierto es que Shakespeare parodia su perspectiva, como vemos en la cita: Toda esta problemática se enturbia si nos detenemos por un instante a analizar algunos de sus más afamados pasajes teatrales.Otras opiniones sobre la obra expresan que la mujer no podía acceder al trono, según el dramaturgo, porque esto implicaría caos y controversias.[20] El archidiácono Richard Davies, un clérigo anglicano del siglo XVIII, escribió supuestamente de Shakespeare: «Murió como un papista».The King's Men, por ejemplo, después del apadrinamiento de la compañía por el rey Jacobo I, actuaban en la corte una vez al mes.Estaba también en contra el factor de la higiene: la peste era muy frecuente y las reuniones multitudinarias no fomentaban precisamente la salud.Por esos motivos fue surgiendo paulatinamente una legislación que regulaba la actividad teatral, y se fue haciendo más difícil conseguir licencias para realizar representaciones en las posadas.La rudimentaria escenografía hacía al intérprete cargar con la responsabilidad mayor de la obra, por lo cual su técnica tendía a la sobreinterpretación en lenguaje, gesticulación y llamativa vestimenta.El bufón (en inglés, fool) es un personaje importante para la obra shakespeariana, ya que le da libertad de expresión y soltura.No incluye algunas obras tradicionalmente atribuidas a Shakespeare, como las comedias Pericles y Los dos nobles parientes, ni la obra histórica Eduardo III.En la pieza pueden hallarse no pocos paralelismos con las figuras más destacadas del período jacobino: la máscara nupcial que Próspero crea para el disfrute de Miranda y Ferdinando se corresponde con las figuras divinas de Ceres y Juno, auspiciando un dichoso porvenir si la feliz pareja prometía guardar castidad hasta después del matrimonio.Esto podría haberle sentado muy bien al monarca, tan conocido por el rigor de su moral tradicional como por su morboso interés por la magia y la brujería, que también tienen lugar importante en la obra.¿Se han "escuchado" alguna vez Marco Antonio y Cleopatra, quienes, a pesar de ser amantes, desconfían patológicamente el uno del otro?En un primer momento, el historicismo analizó su obra desde un punto de vista histórico y externo, focalizando su atención en lo extraliterario.En años recientes, han cobrado cierto auge en medios académicos los estudios de Shakespeare desde una perspectiva feminista, duramente criticados por autores como Bloom.En 1936, Orson Welles montó un Macbeth innovador en Harlem, transponiendo no solo la época de la obra sino empleando también actores afroamericanos.En Hispanoamérica autores como Rubén Darío y en particular el ensayista José Enrique Rodó leyeron con especial interés La tempestad.
Escudo de armas de Shakespeare.
New Place, Stratford-upon-Avon, construida en el sitio de la casa de Shakespeare.
Henry Wriothesley, tercer conde de Southampton:
Mecenas de Shakespeare a los 21 años de edad, uno de los candidatos para identificar el «
Fair Lord
» de los sonetos.