Casi tres siglos después de la muerte de Shakespeare, el académico F. S. Boas también acuñó una quinta categoría, la "obra problemática", para obras que no encajan perfectamente en una única clasificación debido a su temática, escenario o final.
En la Inglaterra isabelina no existían derechos de autor ni protecciones contra el plagio, por lo que personajes, argumentos e incluso frases enteras de poesía se consideraban propiedad común.
[1] Además, el autor francés Belleforest publicó The Hystorie of Hamblet, Prince of Denmarke en 1582, que incluye detalles desde cómo el príncipe fingió estar loco, hasta cómo el príncipe apuñaló y mató al consejero del Rey que estaba espiando a Hamlet y a su madre detrás de las arras en la cámara de la Reina.
[7] Las tragedias de estas épocas remontaban su esencia filosófica a la tragedia senequista,[1] basada en los nobles que tienen un defecto trágico o cometen un grave error (hamartía) que les lleva al revés de su fortuna (peripeteia).
[1] Selección de tragedias isabelinas y jacobinas ejemplares (no shakesperianas):[6]