Batalla de Azincourt

El caballero era un hombre adinerado que podía mantener varios caballos y había sido ascendido a ese estatus en una ceremonia oficial.

Era tan poderoso y efectivo que más de las dos terceras partes del ejército estuvieron formadas por arqueros.

Esto provocaba que muchos hombres fuertes y sanos sucumbieran en medio del combate debido a un golpe de calor.

Este último apodo se debía a que solía utilizársela para rematar heridos incurables en el campo de batalla.

Se la usaba como último recurso: un soldado que había perdido sus otras armas podía aproximarse al caballero en armadura (a una distancia tan cercana que este no pudiese utilizar la alabarda, la espada ni el mandoble), pegarse a él y pasar la misericordia por la mirilla del casco.

Los arqueros y el arco largo (longbow) constituyeron la ventaja decisiva que permitió a los ingleses ganar la batalla.

Los arcos ingleses desarrollaban potencias de entre 80 y 150 libras, que solo fueron superadas a mediados del siglo XIX.

Como nota anecdótica, cabe mencionar que los arqueros ingleses lucharon en Azincourt prácticamente desnudos de la cintura para abajo.

Los franceses confiaron más en las ballestas que en los arcos, y esta mala decisión le costó la vida a la mayoría de ellos.

Esa era la gran desventaja de la ballesta frente al arco largo, ya que este podía disparar 6 flechas aproximadamente por minuto.

Recargar era una tarea penosa: podía hacerse con las manos, con un gancho atado al cinturón que el ballestero tensaba estirando la espalda, o por medio de un complicado torno.

Su recarga era lenta y su uso peligroso, pues si tenía alguna grieta podía estallar en manos del usuario.

Su hijo, el delfín Luis, tenía solo 19 años, estaba enfermo, carecía absolutamente de experiencia militar y los asuntos del ejército nunca le habían interesado.

Se basaba más bien en la llamada a los reservistas que en los contratos, y estaba pensado para una guerra defensiva.

Desembarcaron al día siguiente y se dirigieron a la cercana ciudad amurallada de Harfleur, que con sus poderosos bastiones controlaba el puerto.

Un mensajero solitario logró salir de la ciudad y entregó al delfín Luis una carta en la que se le solicitaban refuerzos.

Para peor, la orilla opuesta se encontraba defendida también por la fuerza que comandaba Guichard Dauphin, señor de Jaligny.

El río tenía en ese punto orillas pantanosas, pero medía solo 200 m de ancho y la corriente era débil.

Venciendo las adversidades, Enrique no se arredró: cruzó un nuevo río (el Ternoise), enviando unos exploradores a los alrededores.

El rey inglés acampó en Maisoncelles, y desde sus campamentos los británicos podían escuchar los movimientos de los caballos enemigos, mientras sus cuidadores los preparaban para pasar la noche.

Está hoy, como lo estaba entonces, lleno de piedras y malezas, con solo algunos sectores arados con poco cuidado.

En un rapto de inspiración genial, Enrique pensó que la caballería francesa intentaría atacar a los arqueros desde los flancos.

Por ello, en la misma madrugada y con ambos ejércitos ya desplegados en el campo de batalla, buscó la negociación con los franceses.

Fuentes francesas de la época señalan que no llegaron a disparar ni una sola flecha o venablo.

Como se ha indicado anteriormente, a unos 200 metros del enemigo los arqueros formaron las cuñas de los flancos y clavaron nuevamente sus afiladas estacas en el suelo, preparando las empalizadas defensivas contra la caballería.

A continuación, d'Albret ordenó la carga de la caballería contra los flancos donde se parapetaban los arqueros, pero la misma constituyó un terrible fracaso: de los 800 jinetes del ala derecha solo atacaron 160, mientras que entre los 1000 del flanco izquierdo se produjeron deserciones semejantes.

Los dieciocho guerreros franceses que se habían juramentado para matar a Enrique V murieron enseguida, pero alguien (posiblemente el duque de Alençon) consiguió asestar al rey un golpe de maza en el casco, abollándolo y arrancándole los adornos.

El duque de Alençon murió por este motivo: tras haber luchado con Enrique V, súbitamente le entregó sus armas.

Cuando Alençon inclinó la cabeza en gesto de agradecimiento, fue rápidamente degollado por un arquero inglés que había echado mano a su afilada daga.

Estaba furioso, ya que la batalla podía darse por concluida y el postrer ataque francés no tenía razón de ser.

Batalla de Poitiers (miniatura de Froissart ).
Recarga de la ballesta.
Enrique V
Armas del duque de Orleans
Armas de Carlos de Artois
Mapa táctico de la batalla
Batalla de Azincourt
Consecuencias de Azincourt: en beige, territorios conquistados por Enrique V