Ricardo, sin embargo, fue derrotado, porque el arzobispo contaba en su postura con el beneplácito del rey Enrique IV y del papa Gregorio XII.
Courtenay se hizo muy amigo del Príncipe de Gales Enrique (futuro Enrique V) quien, apenas coronado, lo nombró obispo y Tesorero del Patrimonio Real.
Conociéndolo inteligente, astuto y totalmente dedicado a su causa, Enrique lo nombró también para un importante cargo diplomático en Francia.
En medio del conflicto conocido como guerra de los Cien Años, Enrique planeaba invadir el continente y necesitaba para ello ojos y oídos en París.
El sobrino de su rival Arundel, Tomás, Conde de Arundel, combatió codo a codo con Courtenay en Harfleur, se enfermó de disentería como él y murió dos días antes.