Paul Newman

Tras servir en la Armada, volvió a Kenyon, donde se graduó en Ciencias Económicas y formó parte del equipo de fútbol americano.

Su primer éxito le llegó dos años después con un filme de enorme repercusión a nivel internacional: Marcado por el odio (1956), de Robert Wise, en el que encarnó al boxeador Rocky Graziano en un papel al que también optaba Steve McQueen, y en el que trabajó al lado de dos jovencísimos Pier Angeli y Sal Mineo.

En 1957 nuevamente actuó a las órdenes del director Robert Wise en un melodrama criminal donde comparte cartel con dos Joan Fontaine y Jean Simmons: se trató de Mujeres culpables, en su momento no estrenada en cines en Europa.

En 1959 estrena en Broadway la obra Dulce pájaro de juventud, que años más tarde interpretaría en la gran pantalla.

Al año siguiente vuelve a trabajar con Joanne Woodward en un melodrama de relieve aunque mediano éxito comercial (Desde la terraza, de Mark Robson, en el que ambos coinciden con Myrna Loy y Peter Lawford).

1961 parece dar un revés a la joven estrella, al estrenar dos cintas que pasan sin pena ni gloria: por un lado, la célebre pero en su momento algo incomprendida The Hustler, de Robert Rossen, una de las mejores muestras del llamado «cine de perdedores» en la que tanto Newman como Piper Laurie, George C. Scott y Jackie Gleason logran magistrales actuaciones; por el otro, su segundo filme con Martin Ritt, donde encarna a un joven músico de jazz que viaja a París con un compañero (Sidney Poitier) y ve actuar al mismísimo Louis Armstrong: Un día volveré, filme de poca solidez narrativa y dramática pero que conserva cierto encanto.

Su consagración definitiva como estrella de Hollywood se da en 1966 con su participación en una superproducción de cine negro que hace historia: Harper, investigador privado, de Jack Smight, supone una renovación formal y estilística de un género ya en decadencia pero que este filme actualiza y reinventa –e inicia un subgénero que recoge Frank Sinatra en su trilogía sobre el detective Tony Rome en Hampa dorada, El detective y La mujer de cemento–; es uno de los filmes más taquilleros del año en medio mundo, y la crítica internacional arropa un filme brillante que contaba también con Lauren Bacall, Shelley Winters, Janet Leigh, Arthur Hill, Robert Wagner, Julie Harris...

Ese mismo año, Newman rueda su único filme con Alfred Hitchcock: Cortina rasgada, al lado de Julie Andrews, que supone un fracaso comercial bastante inmerecido y que cuenta una interesante trama al hilo de la Guerra Fría.

Posteriormente participó en Un hombre de Martin Ritt, un western psicológico donde Newman tiene un inolvidable duelo interpretativo con Fredric March y Richard Boone.

La madurez interpretativa del actor llega con su aparición en la superproducción que, junto a la anterior Aeropuerto (1970), inicia el subgénero de cine catástrofe: El coloso en llamas (1974), de Irwin Allen y John Guillermin, al lado de otras estrellas como Steve McQueen, Faye Dunaway o Richard Chamberlain.

El castañazo (1977), de George Roy Hill, solo consigue atrapar al público medio con una historia sobre el hockey donde Newman depura su método interpretativo para los papeles ligeros y brilla al lado de Melinda Dillon y Michael Ontkean.

El día del fin del mundo (1980), de James Goldstone, intenta resucitar un cine de drama-catástrofe que, como mayor reclamo, empieza a caer en el olvido, con William Holden, Jacqueline Bisset y Burgess Meredith.

Tras este alabado papel, Newman reactiva su carrera y logra la respetabilidad definitiva con Harry e hijo (parcial autobiografía en sus relaciones con su hijo mayor, con el que salda cuentas a través de la realización del filme) y, sobre todo, con la revisitación de The Hustler que Martin Scorsese le brinda en 1986: El color del dinero le hace ganar un Óscar al mejor actor, a la par que su último gran trabajo en pantalla compartiendo crédito con Tom Cruise.

Por su destacable apostura y sus hermosos ojos azules, Newman fue un sex symbol junto a Robert Redford y Marlon Brando en los 60 y pudo haber sido un importante actor de cine encasillado en el cine romántico; pero buscó diversificarse en papeles de otros géneros de cine.

Newman apostó casi siempre por su mujer, Joanne Woodward, como protagonista, apareciendo él mismo en algunos de sus filmes.

Se mantuvo siempre ligado al mundo de la competición, participando activamente.

En 1978 representó a su país ante la Organización de las Naciones Unidas en la Conferencia para el Desarme.

Gracias a esta iniciativa, quince mil niños disfrutan cada año del ocio y bienestar que ofrecen Hole in the Wall Camps.

Al igual que Katharine Hepburn, Laurence Olivier, Jack Nicholson, Michael Caine y Meryl Streep, Newman es uno de los intérpretes que ha estado nominado en alguna categoría interpretativa en cinco décadas diferentes.

Fotografía publicitaria de Paul Newman (1954).
Paul Newman como Lew Harper en Harper de Warner Bros (1966).
Newman en el Festival de Cannes de 1987.
Paul Newman en 2007.
El Porsche 935 de Rolf Stommelen en Nürburgring en 1977.
Paul Newman en un mitin político de Eugene McCarthy en el estacionamiento de Semon's en Menomonee Falls, Wisconsin, 1968.