Después de estas experiencias, Rossen debutó como director con dos películas en 1947: Johnny O’Clock (1947) y Cuerpo y alma (1947), una cinta que recrea el último combate de un boxeador (John Garfield).
Eso hizo que Rossen comenzara a ser visto como un peligroso personaje de la órbita izquierdista en Hollywood, pese a que había abandonado la afiliación al partido comunista en 1945.
El político se autodenomina el luchador contra la corrupción, pero acabaría implicado en numerosos escándalos.
En la década de los 60 Rossen regresó a los Estados Unidos donde rodó sus dos últimas películas.
La primera fue The Hustler (1961), con Paul Newman, Piper Laurie, George C. Scott y Jackie Gleason.