Su técnica narrativa, fragmentada y basada en el uso de la analepsis,[5] denominada efecto Rashōmon, ha ejercido amplia influencia en directores posteriores.[7] En el siglo XII, durante una fuerte tormenta, un monje, un peregrino y un leñador se guarecen en las semidestruidas puertas de Rashô.Esperando que el tiempo mejore y les permita regresar a sus quehaceres los tres discuten casi filosóficamente sobre la naturaleza de las acciones humanas.Los tres cuentan una historia estructurada de manera similar: el bandido Tajômaru se enfrentó, secuestró y ató al samurái para poder violar a la esposa.Buscaron por todo Japón pero ninguna se asemejaba a la real (la puerta de Rasho) originalmente ubicada en Kioto pero destruida hacía tiempo.Por su estructura narrativa el denominado efecto Rashômon influenció a otros cineastas que reconocieron el potencial de este tipo de historias como Stanley Kubrick o Alfred Hitchcock hasta directores como Quentin Tarantino (Reservoir Dogs, 1992), Bryan Singer (The Usual Suspects, 1995), Zhang Yimou (Hero, 2002) o Tom Tykwer (Lola Rennt, 1998).