Con el paso del tiempo, Rinaldi adoptó tics y ademanes que, según algunos críticos, resintieron su calidad interpretativa.
[22] Al año siguiente, fue convocada para protagonizar una obra de Tennessee Williams, Orfeo desciende, en el Teatro Presidente Alvear.
Sus actuaciones estuvieron intercaladas por interpretaciones tangueras y fue así como en 1961 cantó «Pájaros de barro» de Samuel Eichelbaum en el ciclo El teatro y sus éxitos, dirigido por María Herminia Avellaneda en Canal 13,[22] que le valió un premio Martin Fierro a la Revelación del Año, convirtiéndose en la primera persona en recibir este reconocimiento.
Simultáneamente, una pequeña compañía discográfica independiente, Madrigal, quiso contratarla para grabar poemas luego del éxito que había tenido María Casares recitando versos de Miguel Hernández, pero Rinaldi rechazó la propuesta y sugirió grabar un disco donde poder cantar tangos, el género predilecto de su madre.
Pansera quedó tan conforme que la contrató para una actuación en el Canal 5 de Rosario, donde volvió a cantar tangos.
Ese festival tuvo una gran repercusión y Rinaldi lo consideró como su «verdadero debut ante el público de Buenos Aires» a tal punto que se volvió el puntapié inicial para la grabación de su primer disco en 1966, «Mi voz y mi ciudad», acompañada nuevamente por Pansera.
[20] Su presencia como cantante generó tanta convocatoria que Rinaldi asistió todos los días durante cuatro meses y relegó temporalmente su trabajo en televisión.
[4] En La Botica también emergieron, por esa época, figuras del espectáculo como Pepe Cibrián Campoy, Nacha Guevara, Marikena Monti, Valeria Lynch, Horacio Molina, Marilina Ross, el Cuarteto Zupay y Leonardo Favio.
Rinaldi lo reemplazó, en sus propias palabras, «para hacer un favor» y sintió temor de que la suplencia pudiera interferir o alterar su actividad como actriz en televisión.
La selección de determinadas letras con contenido social y político generaban reiteradas veces debates polémicos con el público.
[2] Fue dirigida por Lucas Demare en Solamente ella, donde tuvo un rol protagónico, y por Enrique Carreras en Las procesadas —donde interpretó un rol atípico en un ambiente carcelario—, ambas de 1975, que significaron sus apariciones finales en cine hasta 1993 cuando fue convocada para hacer de sí misma en Funes, un gran amor.
[3] Su café-concert Magoya, inaugurado por Rinaldi y su marido en Mar del Plata en 1971, se volvió un punto de coincidencia nacional para artistas como Facundo Cabral, Miguel Gila, Norman Briski, Ulises Dumont, Amelita Baltar y Marikena Monti; con estas últimas dos, estrenó ahí Tres mujeres para el show.
Sin embargo, desde la desaparición de Edith Piaf no había asistido a una performance vocal tal».
[44] En San Remo, Italia, fue reconocida con el premio Tenco a la «Mejor Cantante Extranjera» y designada «Embajadora Cultural».
Su estadía en el exterior la dotó de ideas innovadoras acerca del tango escenario que luego buscó volcar en sus espectáculos.
[50] Su disco «Tiempos de malvivir» fue presentado en Buenos Aires en 1997 a sala llena en el Teatro San Martín.
[51] Ese mismo año, encabezó una gira por Europa con motivo del lanzamiento de su CD europeo, «Sin estridencias», producido por la compañía sueca Prophon Records, con el cual recorrió Gotemburgo, Helsinki, Estocolmo, Malmö, Oslo, París, Málaga y Madrid.
Sin embargo, desde hace muchos años Susana Rinaldi está considerada como la voz femenina más importante del tango.
La UIC publicó, en referencia al espectáculo, que «Rinaldi es fiel a su estilo, siempre desenvolviéndose e iluminando el camino para un encuentro íntimo.
Rinaldi grabó durante el 2004 tres discos más en Europa: «Experimentango», «Concierto en la Calle 54» y «Locuras» junto a la cantante Martirio.
El trabajo estuvo compuesto por textos propios con historias y anécdotas escritas en diferentes etapas de su vida.
[67] Ese mismo año, fue la encargada de abrir el VIII Festival Buenos Aires Tango y se presentó junto a su exmarido Osvaldo Piro en el Teatro Colón luego de treinta años sin actuar juntos en un escenario en un espectáculo denominado Reencuentro.
La partitura llegó a sus manos por medio de Horacio Malvicino, que la encontró en una mudanza y le sugirió incluirla en su disco.
Ese mismo año también fue galardonada con el premio Grammy Latino 2010 a la «Excelencia Musical» en una ceremonia de la que estuvieron presentes artistas internacionales como Jennifer Lopez y Plácido Domingo.
[76] Ese mismo año fue convocada por Lino Patalano para actuar en El patio de la morocha, un sainete musical compuesto por Cátulo Castillo y Aníbal Troilo donde compartió cartel con Roberto Carnaghi, Julio López y Laura Bove, que significó su primer retorno al teatro desde 2002.
Esta distinción es la más importante que ese país otorga a un extranjero por méritos extraordinarios concretados en el ámbito civil o militar.
[89][90] Si bien Rinaldi siempre gozó de buena salud, en los últimos años tuvo un declive acentuado por la edad.
La cantante sufrió un fuerte golpe en la cabeza con un corte en el cuero cabelludo y debió ser asistida en un centro de salud local.
[13] Permanecieron como amigos durante toda la vida y hasta volvieron a trabajar juntos en varias oportunidades.
Un día de éstos también yo agarro el micrófono...», la cantante aprovechó su salida al escenario para hacer un paréntesis y se desquitó en el escenario: «Alguna gente —dijo—, en vez de oreja, tiene una cala con un tallo que se achica y alarga cuando quiere.