[4] Aunque desaparecido prácticamente como oficio en la sociedad occidental y occidentalizada, continúa ocupando a un sector importante de las mujeres del tercer mundo y aún en los países más desarrollados se conserva como ocupación por horas retribuida.
[6] El tema, desaparecido como motivo pictórico en la segunda mitad del xx, continúa representándose en composiciones escultóricas de casi todo el mundo.
Grandes capitales como París, Lisboa, Madrid, Roma o Buenos Aires,[13] han contado con importantes sectores laborales dedicados al oficio del lavado sistemático de la ropa, formando grupos sociales marginados que por lo general carecieron de organización gremial o sindical.
[b] Estos portes podían ser realizados por muchachos u hombres, muchas veces hijos, hermanos y maridos o amancebados de las lavanderas.
[27] Tanto las lavanderas como los lavaderos del Madrid histórico tienen representación, junto a las de otras geografías, en el Museo del Prado, con obras como el idílico cartón de Goya (1780),[28] o el óleo costumbrista de Eusebio Pérez Valluerca, junto a otras representaciones del tema en otros ríos y parajes.
Entre los primeros, puede citarse el capítulo que en Los españoles pintados por sí mismos,[35] se le dedica a las lavanderas del río Manzanares en la capital de España ("desde Pórtici al embarcadero del Canal"), escrito por Bretón de los Herreros, que las diferencia en "públicas" y "privadas" o "domésticas" —al parecer con intención humorística, es decir, sin rigor o intención enciclopédica—, y que glosa y describe según su país de origen, por ejemplo, a las guipuzcoanas las presenta así:
1899),[39] Pierre-Auguste Renoir (1916),[40] Ásmundur Sveinsson (1937), Vassallo (1957), Giovanni Scapolla (Pavía, 1965),[41] o Jim Demetro (Puerto Vallarta, 2008).