Héctor Bianciotti

[1]​ Vivió desde 1961 hasta su muerte en París, donde trabajó en la revista Le Nouvel Observateur y en la editorial Gallimard.

Los largos trayectos recorridos de regreso al seminario en Moreno, le dieron el tiempo necesario para sumergirse en las letras.

Si bien solo obtuvo alguna aparición aislada como extra (Días de odio, de Leopoldo Torre Nilsson, 1954), su interés se prolongó durante su estancia en Italia, adonde decidió emigrar en 1955, tras reunir lo suficiente para comprar un pasaje en barco y seguir los pasos del escritor Juan Rodolfo Wilcock, que lo invitó a sumarse al cruce marítimo que se aprestaba a realizar.

También en los años que vivió en España (1956-1960), intentó trabajar en el cine y consiguió breves papeles en películas de José María Forqué (Embajadores en el infierno, 1956; 091 Policía al habla, 1960); Luis Lucía Mingarro (Molokai, la isla maldita, 1959), o Edgar Neville (Mi calle, 1960), que alternó con los trabajos más diversos.

En Lo que la noche cuenta al día, Bianciotti describe su propia experiencia como homosexual en la Argentina rural.

De sus familiares solo mantenía contacto con su sobrina nieta, Noelia Bianciotti, con residencia actual en Buenos Aires.