Estrenó en 1917 La Vía Láctea con la compañía de La Chelito, una comedia a lo vodevil en medio acto.
En ese tiempo conoce al humorista y dibujante Tono, quien llegaría a ser uno de sus mejores amigos.
Cursó estudios de Derecho sin mucho entusiasmo, pues pronto mostró afición por el teatro.
En esta época viajó frecuentemente a Málaga, donde la editorial Imprenta Sur le publica sus primeros libros.
Por entonces entabló nuevas relaciones con el pintor Salvador Dalí y los poetas Manuel Altolaguirre, Emilio Prados o José María Hinojosa, todos ellos pertenecientes a la Generación del 27.
Tras estallar la Guerra Civil, esa relación le sirvió para evitar represalias por proteger a personas de ideas derechistas y para conseguir ser destinado en la Embajada en Londres.
Su ya mencionada afición por la gastronomía fue lo que puso en peligro su salud, pasando por varios tratamientos y clínicas de adelgazamiento.
Hombre exquisito, de múltiples talentos y aficiones, aprovechó todo cuanto pudo ofrecerle su época.
Se gestó primero como película y más tarde fue convertida en comedia musical por su hijo Santiago.
También fue un gran éxito la obra teatral El baile, que se mantuvo en cartel durante siete años.