Edgar Neville

Estrenó en 1917 La Vía Láctea con la compañía de La Chelito, una comedia a lo vodevil en medio acto.

En ese tiempo conoce al humorista y dibujante Tono, quien llegaría a ser uno de sus mejores amigos.

Cursó estudios de Derecho sin mucho entusiasmo, pues pronto mostró afición por el teatro.

En esta época viajó frecuentemente a Málaga, donde la editorial Imprenta Sur le publica sus primeros libros.

Por entonces entabló nuevas relaciones con el pintor Salvador Dalí y los poetas Manuel Altolaguirre, Emilio Prados o José María Hinojosa, todos ellos pertenecientes a la Generación del 27.

Tras estallar la Guerra Civil, esa relación le sirvió para evitar represalias por proteger a personas de ideas derechistas y para conseguir ser destinado en la Embajada en Londres.

Su ya mencionada afición por la gastronomía fue lo que puso en peligro su salud, pasando por varios tratamientos y clínicas de adelgazamiento.

Hombre exquisito, de múltiples talentos y aficiones, aprovechó todo cuanto pudo ofrecerle su época.

Se gestó primero como película y más tarde fue convertida en comedia musical por su hijo Santiago.

También fue un gran éxito la obra teatral El baile, que se mantuvo en cartel durante siete años.

Rodaje de La señorita de Trévelez (1936) en Alcalá de Henares