[5] Por ejemplo, en la obra Edipo rey (hacia el 430 a. C.) del dramaturgo griego Sófocles, el protagonista descubre la verdad sobre sus orígenes después de interrogar a varios testigos.
Harún ordena a su visir, Ja'far ibn Yahya, solucionar el crimen y encontrar al asesino dentro de los próximos tres días, amenazándole con ejecutarlo si falla en su misión.
[7] Aquí el suspenso es generado por múltiples cambios en la línea argumental, a medida que la historia progresa.
[9] La principal diferencia entre Yafar en Las tres manzanas y los detectives de ficción que en la literatura surgen más adelante, como por ejemplo Sherlock Holmes o Hércules Poirot, sin embargo, es que Yafar no tiene ningún deseo real de resolver el caso.
Esta antigua historia policíaca y de misterio se resolvió cuando el asesino confiesa su crimen,[10] pero lo que a su vez empuja la acción a encontrar al culpable indirecto de la situación, que fue quien con su deshonestidad en realidad instigó o provocó el asesinato.
Estas narraciones/historias se diferencian de las de la tradición occidental en varios aspectos, como bien lo señala van Gulik: Robert van Gulik[17] escogió "Di Gong An" para traducir, porque presentaba ciertas características más cercanas a la tradición occidental, lo que probablemente generaría narrativas más amigables con el lector no chino.
[19][20][21] Das Fräulein von Scuderi, una historia corta de 1819 escrita por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, en la cual Mlle Scudery establece la inocencia del sospechoso favorito de la policía en el asesinato de un joyero, a veces también es citada como un antecedente a tener en cuenta, y también como una referencia que inspiró a Edgar Allan Poe cuando escribió The Murders in the Rue Morgue.
[22] Como otra posible influencia sobre Edgar Poe en relación con la ficción policial, también se ha sugerido The Secret Cell (en español La célula secreta), cuento publicado en septiembre de 1837 y escrito por William Evans Burton, donde se presenta a un policía londinense resolviendo el misterio del secuestro de una muchacha.
Corresponde recordar que Poe se refirió a estas historias como "Cuentos de raciocinio".
[29][30] En ese tipo de narraciones, la preocupación primaria del argumento se centra en averiguar la verdad, y el medio habitual de obtenerla, generalmente es un proceso complejo y misterioso que combina intuición, lógica, astucia, e inferencia perspicaz: "Early detective stories tended to follow an investigating protagonist from the first scene to the last, making the unraveling a practical rather than emotional matter" ("Las primeras historias policíacas se orientaron a seguir al investigador-protagonista desde la primera escena hasta la última, construyendo una trama creíble y realista, tanto desde el punto de vista práctico como en materia emocional y humana").
En Monsieur Lecoq (1868) por ejemplo, el personaje principal es experto en disfraces, por cierto una característica con frecuencia importante para los detectives.
[33] Otro ejemplo temprano de una novela policíaca (whodunit[34]) es la obra Casa desolada[35] escrita por Charles Dickens en 1853.
[38][39] En 1952, William Buckler identificó al autor de dicha novela como Charles Warren Adams, y en el año 2011, el investigador norteamericano Paul Collins encontró una serie de evidencias que confirman el reclamo en este sentido en su momento hecho por Buckler.
En efecto, tal como lo haría Holmes en la ficción, Joseph Bell se destacaba por realizar importantes conclusiones a partir de observaciones secundarias y aparentemente intrascendentes o menores.
Y excluyendo a Ngaio Marsh (que nació en Nueva Zelanda), las restantes eran todas británicas.
El subgénero más extendido de la novela detectivesca, se convirtió en la novela policíaca (o whodunit), donde un gran ingenio debe ser puesto en obra, narrando los detalles del crimen, usualmente un homicidio, y donde la subsecuente investigación no deja en evidencia al criminal hasta casi el fin de la historia, momento en el que se identifica al culpable y se dan las explicaciones finales.
Por su parte, otros famosos detectives son: Lord Peter Wimsey de la escritora Dorothy L. Sayers, y Philo Vance del autor norteamericano S.S.
[44] El «enigma-rompecabeza» se llevó aún más lejos, desarrollando tramas ingeniosas y aparentemente imposibles, con John Dickson Carr, quien es considerado como el maestro del «misterio de la habitación cerrada».
La mayoría de los escritores se contentaban con seguir las reglas al pie de la letra, aunque en ciertos casos, algunos pisoteaban algunas normas, mientras que otros explotaban las convenciones y las llevaban al extremo, para así producir resultados nuevos y sorprendentes.
Martin Hewitt, creado por el autor británico Arthur Morrison en 1894, da quizás el primer ejemplo en la literatura del perfil moderno de un detective privado.
Por su parte, James Hadley Chase escribió algunas novelas utilizando este tipo de personaje como el héroe principal, incluyendo Blonde's Requiem (1945), Lay Her Among the Lilies (1950), y también Figure It Out for Yourself (1950).
Ross Macdonald, seudónimo de Kenneth Millar, actualizó las cosas con el nuevo detective Lew Archer.
Y en 1976, Newman vuelve a interpretar ese rol en The Drowning Pool (Con el agua al cuello).
Michael Collins, seudónimo de Dennis Lynds, generalmente se considera el autor que llevó el género a la madurez.
Allí, la delincuencia y el crimen, así como los acontecimientos posteriores a los delitos durante las investigaciones, se presentan para los lectores de una manera amena e interesante, progresivamente proporcionándoles pistas sobre quién podría ser el autor o autores de los ilícitos.
Mary Mead, desde donde se observa la depravación humana de nuestra sociedad contemporánea, perfectamente comparable a la que en su tiempo tenían Sodoma y Gomorra (tal como lo señalara oportunamente William L.
El rol y la legitimidad de las poco creíbles coincidencias, frecuentemente ha sido el tópico de acaloradas discusiones, desde que Ronald A. Knox afirmó categóricamente en su sexto mandamiento, que "ninguna situación casual debería ayudar al detective".
Una táctica que evita esta cuestión del avance tecnológico, se logra con el género policial histórico.
Esta estrategia obliga al protagonista a desarrollar la investigación en forma más ingeniosa y creativa, ya que en ese contexto sociotemporal carece de las herramientas tecnológicas hoy día disponibles.