Desastre de la Vega de Granada

[23]​ Y durante el invierno de 1318 comenzaron a acumularse los pertrechos necesarios para la expedición y se agilizaron los movimientos de tropas por parte de los castellanos,[24]​ que según consta en el Poema de Alfonso Onceno reunieron a «muchas gentes de cruzada», aunque el historiador Luis Fernández Gallardo señaló que esa expresión posiblemente englobaba a todos los cristianos que tomaron parte en la campaña, ya que no es probable que todos ellos hubieran realizado las ceremonias propias del cruzado.

[26]​[d]​ Y el rey Jaime II de Aragón, yerno del infante Pedro de Castilla, también planeó hacer dos campañas sucesivas contra los musulmanes granadinos pero no conquistar ningún territorio, sino devastar el de sus enemigos y causarles el mayor daño posible con un hipotético ejército de 32 000 hombres, y aunque el papa le concedió las mismas prerrogativas que al infante Pedro respecto a la cruzada, a Jaime II le parecieron insuficientes y se abstuvo de participar en la expedición.

E destas palabras que dixo el ynfante Don Pedro peso mucho a los castellanos».

[33]​ El historiador Manuel Nieto Cumplido señaló que el obispo de Córdoba, Fernando Gutiérrez, participó en la campaña,[34]​ y en la Gran Crónica de Alfonso XI consta que estando el infante Juan en Córdoba con los ricoshombres y los caballeros de los reinos de Castilla y León, fue informado de que su sobrino, el infante Pedro, había conquistado el castillo de Tíscar, y dicha crónica señaló que el infante no se alegró de ello, y que poco después él y sus tropas dejaron Córdoba y fueron a Baena y que desde allí el infante Juan comunicó a su sobrino Pedro, que seguía en Tíscar, que deseaba «entrar a la Vega de Granada».

[26]​ Y un día después llegaron a Íllora, se apoderaron de la villa y de su arrabal, y si se hubieran quedado otro día, según afirma la Crónica de Alfonso XI, también habrían tomado su castillo, aunque el infante Pedro no quiso permanecer más tiempo allí, pues su voluntad era asediar Granada y tenerla cercada «hasta que la ganasen, o morir sobrello», según consta en la Gran Crónica del mismo rey.

[36]​ Y algunos cronistas musulmanes afirmaron, aunque ello no es recogido en las crónicas cristianas, que la víspera del desastre un escuadrón cristiano atacó una aldea musulmana y que el general árabe Ozmín les atacó y les obligó a huir hacia su campamento, siendo ese el primer triunfo de los musulmanes hasta entonces.

[5]​ En un primer momento los ataques de los musulmanes se limitaron a intentar provocar al enemigo, mediante pequeñas escaramuzas mantenidas en la retaguardia de la columna cristiana,[45]​ pero poco después, y a causa del calor, el ejército cristiano comenzó a mostrarse desalentado, sediento y agotado, y los granadinos atacaron con dureza en todos los flancos de la retaguardia cristiana, que se vio así en grandes dificultades.

Y en vista de la situación, el infante Juan solicitó la ayuda de su sobrino Pedro, que se encontraba al mando de la vanguardia, y este último acudió en su ayuda e intentó ordenar a sus tropas para que atacasen a sus enemigos, pero no pudo hacerlo, ya que, como señaló la Crónica de Alfonso XI, «et fueronle ese dia en aquella hora á tan mal mandados los suyos, que les nunca pudo enderezar contra los Moros».

Y poco después el infante Pedro ordenó a Juan Martínez Guerrero, que llevaba su pendón, que avanzase para enfrentarse a los musulmanes, y ordenó eso mismo a los hijosdalgo que le acompañaban, aunque ellos «callaron todos e estauan oteando con malos ojos»,[47]​ pero un caballero cristiano llamado Juan Ponce de Córdoba salió de entre las filas cristianas y dijo a grandes voces a sus compañeros: «Hijos dalgo de Castilla, que rroedes el hueso e traçades el fierro, vedes aquí los moros, vayamos los ferir, que mas vale morir por Dios muerte honrrada faziendo bien, que biuir por sienpre vida deshonrrada», a fin de animarles a combatir,[48]​ pero poco después un caballero musulmán llegó hasta donde se encontraba el infante Pedro y tras denostarle, le dijo que «de muerto o preso que no podie escapar», y tras retar a los cristianos regresó a sus filas.

[47]​ Y el infante Pedro, furioso contra sus enemigos, intentó lanzarse contra ellos gritando «Sanctiago e Castilla» para animar a los suyos, pero los nobles Juan Alfonso de Haro y Diego Gómez de Castañeda se interpusieron en su camino y le dijeron que no consentirían que se lanzase al ataque, ya que de ser necesario matarían su caballo.

[50]​ Y en dicha Crónica también se consignó que el infante Pedro quedó muy malherido a causa de su caída, perdió el conocimiento, hasta el punto de que no sabía «si era de noche ni de dia», y comenzó a sangrar por la nariz y por la boca, por lo que sus acompañantes le quitaron sus armas, lo cubrieron con una «capa de escarlata bermeja»,[50]​ y él murió poco después a consecuencia del golpe recibido,[51]​ aunque en opinión de la medievalista María Teresa Ferrer en su muerte pudieron influir otros factores como la fatiga, el disgusto, el calor y la sed, que debieron provocarle una congestión cerebral o un infarto,[5]​[i]​ Las tropas del infante Pedro, atemorizadas y cargadas de botín, emprendieron la huida e intentaron cruzar el río Genil, pero el historiador Antonio Ballesteros Beretta señaló que muchos de los soldados cristianos se ahogaron al intentar cruzar un canal alimentado por dicho río,[1]​ y la muerte del infante Pedro sólo fue conocida por unos pocos caballeros que iban con él, según consta en las crónicas cristianas,[50]​ aunque el historiador José Sánchez-Arcilla Bernal señaló que fue ocultada en un primer momento para que no cundiera el pánico entre sus hombres «en un momento tan delicado».

[56]​ A la caída de la tarde, el infante Juan, que aún no había fallecido, fue colocado sobre un caballo, y el cadáver del infante Pedro atravesado sobre un mulo, y los que les acompañaban abandonaron los pendones de los infantes, y sin ser perseguidos por sus enemigos, emprendieron el regreso a tierras castellanas,[43]​ aunque al anochecer murió el infante Juan y su cadáver quedó perdido a causa de la oscuridad y de la rapidez de la huida en tierras granadinas.

[43]​ Y los hombres de Juan el Tuerto fueron a buscar el cadáver y este fue escoltado por numerosos caballeros musulmanes hasta que llegó a territorio castellano, y después, pasando por Córdoba y Toledo, fue llevado por su hijo a Burgos,[72]​ pues su padre había dispuesto en su último testamento, que otorgó el día 21 de enero de 1319, que su cadáver recibiera sepultura en la catedral de Burgos,[74]​ donde aún se conserva su sepulcro en la actualidad.

[75]​ Y poco antes de que el infante Juan fuera enterrado en la catedral burgalesa, su viuda María Díaz de Haro solicitó a la reina María de Molina que confirmara a Juan el Tuerto la posesión de todas las tierras que pertenecieron a su padre, el infante Juan, y que le diese el adelantamiento mayor de la frontera, 500 000 maravedís de soldada y una llave del sello del rey,[76]​ y la reina accedió a todas las demandas pero se negó a entregarle la llave del sello real hasta que los representantes del reino no se hubieran reunido,[77]​ ya que deseaba contar con apoyos para hacer frente a Don Juan Manuel, que ya había comenzado a maniobrar para conseguir la tutoría unipersonal del rey,[72]​ a la que también aspiraba Juan el Tuerto.

Retrato imaginario del papa Juan XXII.
Vista del castillo de Tíscar.
Vista del municipio de Íllora, cuya villa fue conquistada por los cristianos durante su avance hacia Granada, aunque no su castillo.
Vista de Sierra Elvira.
Vista del río Genil, donde perecieron ahogados numerosos soldados cristianos durante el desastre.
Vista de la Alhambra .
Retrato que se supone representa a Don Juan Manuel, nieto del rey Fernando III de Castilla . ( Catedral de Murcia ).