Hasta su muerte en 1319, el infante Pedro fue, por medio de su matrimonio con la infanta María, hija de Jaime II, el «principal agente de la influencia» en la Corona castellana del monarca aragonés, como señaló el medievalista Manuel García Fernández.
[19] Y, de hecho, Jaime II apoyó siempre e incondicionalmente a su yerno en su lucha contra el infante Juan por hacerse con el control exclusivo de la tutoría del pequeño Alfonso XI.
[2]A la muerte del infante Pedro de Castilla, Garcilaso I de la Vega, que posteriormente llegaría a ser privado de Alfonso XI, comunicó al rey Jaime II de Aragón que el difunto infante le había prometido que cuando naciese su hijo o hija le sería entregada a él para que fuese su ayo y lo criase.
[13] Diversos historiadores señalan la posibilidad de que, al intentar tener a la infanta María y a su hija Blanca en su poder, Don Juan Manuel se proponía asegurarse el apoyo de su suegro, Jaime II, e intimidar al infante Felipe de Castilla y a sus partidarios y, al mismo tiempo, controlar las posesiones de la pequeña.
[13] Pero el infante Felipe y sus partidarios nobles pronto comprendieron que, si querían que Blanca fuera devuelta a Castilla, su matrimonio sería un «proyecto político de estado» importantísimo para el reino, ya que con ello conseguirían además amplios apoyos en las Cortes de Valladolid de 1322.
[29][11] Y la infanta María se mostró tan entusiasmada ante el hecho de que su hija pudiera llegar a ser reina de Castilla que prometió al infante Felipe que la pequeña pronto volvería a su tierra natal.
Y en marzo de 1322 Garcilaso I de la Vega comunicó al monarca aragonés que dudaba de que el papa concediera la necesaria dispensa pontificia, por ser los contrayentes primos carnales, para el mencionado proyecto matrimonial.
Los enemigos de Alfonso XI formaron una liga contra él, y comenzaron a alborotar y saquear los dominios del rey, haciéndolo así Don Juan Manuel en el reino de Murcia y Juan el Tuerto en Galicia y en su señorío de Vizcaya, al tiempo que los privados del monarca castellano saqueaban los señoríos de Blanca de Castilla cercanos a Calatayud.
[63] En 1339 Blanca regresó a Castilla y los portugueses le devolvieron toda su dote,[64] siendo todo ello narrado al final del capítulo XLVII de la Chonica de ElRei Dom Afonso o Quarto, donde se consignó que Blanca de Castilla fue entregada a Martín Fernández Portocarrero, camarero mayor del rey de Castilla junto con todo lo que poseía en Portugal, según habían acordado los monarcas castellano y portugués.
[65] Y después, acompañada por numerosos nobles de la Corte portuguesa llegó a Elvas y desde allí entró en territorio castellano pasando por la ciudad de Badajoz.
[65][i] Y a su llegada a Castilla, Blanca, la «querida prima» del rey Alfonso XI, en palabras de García Fernández, fue recluida en el monasterio de las Huelgas de Burgos con el consentimiento del rey, que poco a poco fue arrebatándole sus enormes propiedades,[56] y sin tener ya ninguna «proyección pública».
[57] Y aunque algunos autores afirmaron que fue monja[66] en las Huelgas de Burgos, los escasísimos documentos en los que es mencionada simplemente la nombran como «la infanta donna Blanca, fiia del infante don Pedro, senora de Las Huelgas».
[57] Y conviene añadir que nadie había ostentado ese título desde el regreso de la infanta María al reino de Aragón, que tuvo lugar en 1334 o 1335.
[78][79][80][81][n] Durante la Guerra de la Independencia Española, el monasterio de las Huelgas fue saqueado por las tropas francesas y la mayoría de sus tumbas profanadas,[82] pero durante la exploración del monasterio llevada a cabo a mediados del siglo XX se comprobó que los restos de Blanca de Castilla se hallaban momificados, que la momia era corpulenta y gruesa, y que su hábito, blanco y negro, se encontraba muy picado.