[3] Accedió al trono tras destronar, con la ayuda del general meriní Ozmín, al sultán Nasr, quien buscó el apoyo de los castellanos para recuperar el poder, teniendo que hacer frente a la sublevación en Guadix del derrocado Nasr, quienes llegaron a infligirle la derrota de Guadahortuna en 1316.
Unos años después, el rey Ismaíl logró recuperar diversas plazas fronterizas, entre ellas Baza, Orce o Huéscar, en cuya conquista se emplearon cañones.
[6] El padre de Abu Said, Ismail ibn Nasr, también había gobernador la ciudad hasta su fallecimiento en 1257.
[8] Había logrado mantenerse independiente mediante una combinación de maniobras diplomáticas y operaciones militares, pese a estar situado a dos Estado mayores: la cristiana Corona de Castilla al norte y el musulmán sultanato benimerín al sur, en el moderno Marruecos.
[10] Para Castilla, el emirato era un vasallo del rey, situación que no reflejan las fuentes musulmanas y los sultanes, como fue el caso de Muhammad I, a veces proclamaron su lealtad a otros señores musulmanes.
Su visir, Ibn al-Hach, tampoco era bien visto, pues se consideraba que tenía demasiada influencia con el sultán.
[17][21] A continuación, Abu Said sitió la capital, aunque carecía de los medios necesarios para sostener el cerco largo tiempo.
[23] La oposición a Nasr no había cesado, y algunos de los descontentos se refugiaron en Málaga.
[12] Los dos sultanes rivales acordaron que Nasr abdicaría y entregaría la Alhambra a Ismaíl.
[27] El sultán cercó Guadix en mayo de 1315, pero lo abandonó tras cuarenta y cinco días.
[30] Pedro volvió a invadir Granada en 1317; taló la llanura granadina en julio y se apoderó de Bélmez.
[32] Pese a ello el sultán Ismail temía un ataque inminente: Castilla y Aragón habían obtenido una bula de cruzada del papa Juan XXII en 1317, que había autorizado el uso de impuestos eclesiásticos para financiar las operaciones.
[33] En consecuencia, Ismaíl solicitó ayuda al sultán benimerín Abu Sa'id Uthman II (1310-1331), que se exigió que le entregase a Uthman ibn Abi al-Ula, quien antes había pretendido el trono benimerín.
[36] Llegaron a los alrededores de la ciudad el 23 del mes,[36] pero se retiraron apenas dos días después.
Pedro cayó de la montura, bien derribado cuando guiaba a sus hombres[29] o al cargar en solitario contra un jinete enemigo,[36] y perdió la vida.
La impresión de la noticia dejó al infante Juan incapacitado para dirigir a las tropas y falleció esa misma noche.
[36] Los lugartenientes castellanos, desanimados por la pérdida de sus jefes, ordenaron la retirada, que se verificó en desorden.
[41] Jaime II de Aragón,, que también había recibido la autorización pontificia y fondos para la cruzada contra Granada, recriminó a la hermandad el haber firmado la tregua, pero acabó firmando su propio pacto con Ismaíl en mayo de 1321, qu debía durar cinco años.
[40] Nasr falleció en Guadix en 1322 sin herederos, lo que permitió a Ismaíl recobrar sus tierras y reintegrarlas en el sultanato.
[12] Les impuso además el pago de la yizia, lo que aumentó notablemente sus ingresos.
[49][50] Ismail nombró a Abu Nu'aym Ridwan, converso castellano-catalán, tutor del príncipe Muhammad.
[53] Ismaíl I tuvo al menos tres concubinas (umm walad), cuatro hijos varones y dos hembras.
[58] El asesinato se produjo en pleno día en la Alhambra, ante público altos cargos del sultanato.
[59] El asesino abrazó al sultán en mitad de una audiencia y seguidamente lo apuñaló tres veces con una daga que llevaba oculta en la manga.
[60] Sin embargo, los conjurados fueron encontrados más tarde y pasados al punto por las armas[61] por Uthman, según Ibn Jaldún.
[63][50] El visir acabó muriendo de las heridas que le habían infligido aproximadamente un mes después.
[50] Uthman no había participado en el magnicidio y conservó su influencia en la corte de Muhammad IV.
[63] A Ismaíl se lo enterró en el cementerio real (rauda) de la Alhambra, donde lo había sido su abuelo Muhammad II.
[67] A Ismaíl I le sucedió su hijo Muhammad IV (1315-1333), que heredó el trono con diez años.
[52] Los historiadores lo consideran uno de los soberanos más enérgicos y activos del Estado granadino, que reforzó frente a sus enemigos, si bien su reinado se vio truncado por su asesinato.