Palacio Real de El Pardo

Su gestión corresponde a Patrimonio Nacional, organismo estatal que administra los bienes al servicio de la Corona española.Su aspecto actual corresponde a las reformas y ampliaciones emprendidas en el siglo XVIII, a instancias del rey Carlos III, en las que participó el arquitecto Francesco Sabatini.Tanto el palacio como su pequeño jardín fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1931 y 1934, respectivamente.Se cuenta que cuando notificaron a Felipe III el siniestro, preguntó por dicho cuadro y terminó diciendo: «Si ese cuadro se salvó, lo demás no importa».[6]​ Felipe V, primer soberano de la Casa de Borbón, visitó por primera vez El Pardo en 1701 y el lugar le pareció profundamente anticuado e inhóspito.Sin embargo, para la mayoría de los miembros de la familia real, el palacio siguió siendo un lugar inhóspito y solitario, en medio del bosque y sin jardines.Aparte de la caza, poco más había que hacer y con frecuencia el corto camino hacia Madrid se convertía en impracticable a causa de las lluvias torrenciales.[10]​ Carlos III disfrutaba especialmente de la estancia en El Pardo que, una vez más, se convirtió en la principal residencia invernal, allí la corte pasaba casi tres meses al año, desde Epifanía hasta Semana Santa.[4]​[11]​ Sin embargo, el palacio continuó siendo exiguo para alojar a toda la familia real, por lo que entre 1772-1773, Carlos III encomendó a Francesco Sabatini, la ampliación de El Pardo.[4]​[13]​ Tras la muerte de Carlos III en 1788, su hijo y sucesor, Carlos IV, abandonó El Pardo en 1792, ya que en ese palacio siempre se había sentido aislado durante los largos meses de invierno.[14]​ El rey pasó a alargar la jornada en Aranjuez y allí residía durante los seis primeros meses del año.[15]​ Fernando VII volvió a reamueblar el palacio, en este caso con muebles ya de clara inspiración Imperio.En abril de 1847, mientras la reina madre María Cristina y su esposo se encontraban en Italia, la corte se dispuso a partir hacia Aranjuez para pasar la primavera, tal y como era costumbre desde tiempos de los Austrias.[18]​ Durante el reinado de Alfonso XII, El Pardo, que gustaba mucho al soberano, volvió a convertirse en un lugar frecuentado, especialmente como retiro, dada su tranquilidad y su cercanía a Madrid.[21]​ En 1898, su viuda, la reina regente María Cristina, ordenó convertir la habitación mortuoria en oratorio.[29]​ Manuel Azaña, segundo presidente de la República, disfrutó especialmente de las estancias en El Pardo, aunque no en el palacio sino en la cercana Quinta del Duque del Arco.[31]​ Una vez acabada la guerra, el edificio fue objeto de una serie de obras para habilitarlo como residencia del nuevo jefe del Estado, el general Francisco Franco.También allí, en la capilla del Pardo, se casó su hija Carmen y nacieron todos sus nietos.[34]​[35]​ Sin embargo, a medida que pasaban los años y avanzaba la Transición española, al palacio se le dieron nuevos usos.Las obras terminaron dos años después y en noviembre de 1982 el palacio fue abierto nuevamente a los visitantes.Tampoco hay que olvidar las cubiertas de pizarra, así como los emplomados, para cuyas obras se hicieron venir oficiales flamencos y plomeros ingleses por orden de Felipe II.Las reformas efectuadas bajo los Borbones, en especial Felipe V y Carlos III, cambió radicalmente la apariencia del viejo alcázar.Prueba de ellos son las torres achatadas, las mansardas que sustituyeron a los puntiagudos tejados flamencos y el enfoscado color crema (como en Ludwigsburg o Solitude) que ocultó el ladrillo rojizo.A partir del siglo XVIII, el palacio fue decorado solo con tapices, al ser residencia de invierno.También hay que destacar otras piezas de un gusto más neobarroco incorporadas durante el franquismo.No obstante, en el llamado Salón Francisco Goya (antigua Primera Antecámara del Rey) se conservan varios tapices diseñados por Goya, como La nevada, Los zancos o La merienda a orillas del Manzanares.La visita se hacía únicamente mediante acompañamiento de un guía hasta 2020.Las estancias visitables corresponden aproximadamente a la mitad sur del piso principal (ver Salas).
El Pardo en época de los Austrias.
Fachada lateral del palacio, que da acceso al patio de los Austrias.
El palacio conserva el foso del castillo tardo-medieval sobre el que se levanta.
Isabel II y Francisco de Asís (1867), por Charles Porion ( Museo del Romanticismo , Madrid ).
El Palacio de El Pardo en 1885, grabado de Juan Comba para La Ilustración Española y Americana .
Fallecimiento de Alfonso XII. Grabado de Juan Comba para La Ilustración Española y Americana .
La capilla ardiente de Alfonso XII. Grabado de Juan Comba para La Ilustración Española y Americana .
Palco real en el Teatro de Carlos III, transformado en sala de cine durante el franquismo.
El patio de los Austrias, de estilo renacentista , cubierto por una bóveda acristalada desde 2001.
Retrato de Isabel la Católica (hacia 1500 o 1504), de Juan de Flandes , una de las obras pictóricas más importantes del Palacio Real de El Pardo.
Sillería neobarroca en una de las antecámaras.
La Casita del Príncipe.