Eulalia de Borbón

Conocida por su vida errante y por haber protagonizado varios escándalos, la infanta Eulalia tuvo una relación difícil tanto con su hermana, la infanta Isabel, y con su sobrino, Alfonso XIII, que la llegó a exiliar durante diez años.

Doña Eulalia se parecía físicamente a su madre, pues era rubia y de ojos azules, aunque tenía buena figura.

Desde entonces fue educada, primero en privado y posteriormente en el Colegio del Sagrado Corazón, en París.

En cambio, su hermana mayor, la infanta Isabel, condesa viuda de Girgenti, sí pudo volver a Madrid, donde desarrolló las funciones propias de una reina consorte hasta que el rey contrajese matrimonio.

Su madre, la reina Isabel II, siguió haciendo de París su residencia permanente bajo insistencia del gobierno español, aunque con visitas esporádicas a España.

[16]​ El periplo duró en total ochenta días y fue todo un triunfo personal para la infanta.

Durante sus viajes por Europa conoció y trató a Carlos I de Portugal (en su libro La infanta republicana el autor José María Zavala sugiere que eran amantes), quien realizó un retrato suyo al pastel conservado actualmente en el Gabinete de Dibujos, Estampas y Fotografías del Museo del Prado.

Retrato de la Infanta Eulalia de Borbón pintado en 1898 por Giovanni Boldini .
Isabel II con sus hijas Eulalia, Paz y Pilar.
La infanta Eulalia en el centro de la foto junto a su marido el duque de Galliera. Detrás de ellos, Alejandro Rodríguez Arias (capitán general y gobernador de la isla de Cuba), en la visita que hizo la infanta a La Habana, en mayo de 1893.