El encargo fue hecho por el obispo Balthasar Neumann, que en ese momento tenía 33 años de edad.
A nivel interior de la obra participaron, entre otros, Giovanni Battista Tiepolo (1750-1753), Antonio Giuseppe Bossi y Johannes Zick.
Durante el mandato de su sucesor Carl Philipp von Greiffenclau se encargan y terminan las pinturas más famosas del edificio.
Esta última obra se llevó a cabo durante un periodo continuado de 60 años.
Así se evita la sensación de sobrecarga en el muro, que muestra toda su belleza.
Para disimular este defecto, Neumann hizo colocar unas columnas en la zona del coro y de acceso.
La instalación del jardín se vio limitada, al igual que la construcción misma, por la antigua muralla de la ciudad.
También se pueden observar gran cantidad de bellos jarrones, esculturas, figuras y macetas que contribuyen a embellecer la instalación.
El jardín situado al sur del palacio tiene forma rectangular y era la vista de la que gozaba el obispo desde su habitación privada.
Los tejados estaban muy dañados y fue David Skilton quien protegió las salas de manera provisional con telas, mantas u otros utensilios.
La restauración se realizó fiel al original, utilizando las mismas técnicas y materiales.