Desde muy joven se sintió atraído por el teatro, deseando dedicarse a la interpretación, vocación que apoyaron sus padres.
Dieciocho meses después de su ingreso en la Comédie Française, Marie Bell, viéndole muy interesado en la dirección teatral, le facilitó escenografiar su primera obra, El médico a palos, de Molière, interpretada por Fernand Ledoux como Géronte, y Pierre Dux como Sganarelle.
A partir de entonces simultaneó la actuación con la puesta en escena, trabajando con ambas funciones en ocasiones.
Es difícil citar todas las piezas interpretadas o dirigidas por Jean Meyer durante sus veintidós años en la Comédie-Française.
Tuvo éxito, aunque no fue una empresa fácil, dado que la guerra había producido una dispersión de los actores por toda Francia.
Poco tiempo después actuó con Fernand Ledoux y André Brunot en Vingt neuf degrés à l'ombre, de Eugène Labiche.
Ese mismo año actuó en Le Paquebot Tenacity, de Charles Vildrac, interpretando a un marino británico.
En 1945 la Comédie-Française representó en Alemania clásicos como Los enredos de Scapin (en Constanza y en Stuttgart) para el ejército francés.
Meyer fue nombrado en 1955 profesor del Conservatoire national supérieur d'art dramatique, siendo una de sus alumnas Annie Girardot.
Fue en este período cuando dirigió dos películas, adaptaciones de obras teatrales clásicas: en 1958, Le Bourgeois gentilhomme, en la que actuó junto a Louis Seigner, Jacques Charon, Robert Manuel y Micheline Boudet, y en 1959 Le Mariage de Figaro.
IEntre diferentes piezas, llevó a escena en 1966 Les Trois mariages de Mélanie, con Anny Duperey.
Meyer no había querido llevar a escena dicha pieza en la Comédie-Française, pero decidió que el Théâtre Michel era adecuado para la misma.
La obra se representó con Paul Guers, Didier Haudepin y Jean Deschamps como intérpretes.
En 1985 Jean Meyer dejó la dirección del Théâtre des Célestins (tenía 71 años de edad).
Sin embargo, continuó montando otras piezas, como Le Dindon, de Feydeau, y que se representó en el Théâtre du Palais-Royal.
Después, y no sin amargura, se alejó de las tablas, dedicándose a su otra pasión, la escritura.