Marcel Achard

En 1919, pocos meses después del final de la guerra, este aspirante a escritor de 20 años llegó a París y encontró trabajo como apuntador en el Théâtre du Vieux-Colombier y como periodista en diversas publicaciones, entre ellas el gran diario Le Figaro.

Esta obra, con acento de Jules Laforgue, fue su primer gran éxito, con más de doscientas representaciones, y este éxito entre el público parisino le llevó a ser descubierto por Lugné-Poe y Charles Dullin.

En esta obra, todos los personajes de Achard, sin gran profundidad ni pasión, están ya en germen: seres sentimentales y tensos, la mujer bella e inconstante, algo ingenua, el hombre tímido e ingenuo y los diálogos que nos conducen, al final de un viaje en el que no pueden borrarse las alusiones al cinismo y la melancolía de la época, hacia un mundo en el que todo se resuelve con el tiempo.

Su éxito trascendió las fronteras francesas y muchas de sus obras fueron adaptadas al cine.

Achard también incursionó en la escritura de guiones cinematográficos, colaborando con importantes directores como Jean Renoir.