Isabel II de España

Durante los primeros años de su reinado, mientras Isabel era una niña, la regencia fue asumida por su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias; su regencia duraría hasta 1840 y coincidiría con la Primera Guerra Carlista (1833-1840).

El matrimonio hizo aguas muy pronto, y nunca sería feliz.

La boda de la Reina fue una cuestión de importancia nacional e internacional, ya que los diferentes países europeos maniobraron para que la nacionalidad del nuevo rey no perjudicase sus alianzas e intereses.

[19]​ Hubo numerosos candidatos rechazados en su mayoría por diferentes grupos de presión.

[cita requerida] Oficialmente,[e]​ Isabel II y Francisco de Asís fueron padres en doce ocasiones, aunque varios embarazos acabaron en abortos o los neonatos fallecieron al cabo de muy poco tiempo.

Ningún partido que hubiera organizado unas elecciones las perdió en ese periodo.

[25]​ Fácilmente manipulada por sus ministros y por la «camarilla» religiosa de la corte (compuesta principalmente por el padre Claret, su confesor, el padre Fulgencio, confesor de su marido, y sor Patrocinio), la reina interfería con frecuencia en la política de la nación (en una ocasión llegó a postularse como presidenta del gobierno)[cita requerida], lo que la hizo impopular entre los políticos y acabó por causar su final al dar paso a la Revolución de 1868.

Se llevaron a cabo también importantes obras hidráulicas como el Canal de Isabel II, impulsado por los ministros Juan Bravo Murillo y Manuel Alonso Martínez.

La reina se recuperó en pocos días y el cura fue ejecutado tras un rápido juicio en el que se dictaminó que había actuado en solitario y por iniciativa propia.

La industrialización se llevó a cabo en un país desarticulado, donde el desarrollo se daba sobre todo en la periferia (Cataluña, Málaga, Sevilla, Valladolid, Béjar, Alcoy, etc.) por obra de grupos de empresarios sin capacidad para influir en la actuación de unos dirigentes que no solo no los apoyaban, sino que los veían con desconfianza.

En 1834, cuando Isabel II acaba de subir al trono, la Armada Española prácticamente no existía; consistía solamente en tres navíos inútiles, cinco viejas fragatas y veinte unidades auxiliares.

Fue en 1843 cuando España tomó posesión gubernativa de dichas islas y en 1858 se produjo la llegada del primer gobernador español al territorio continental de Guinea Ecuatorial, quedando así establecido un dominio español en el África subsahariana que duraría hasta los años 60 del siglo XX.

[28]​ España participaría en la guerra con tropas de soldados españoles y filipinos.

Sin embargo una serie de conflictos bélicos y enfrentamientos con el ejército restaurador dominicano convirtieron la presencia española en un gasto que se estimó innecesario y en 1865 Isabel II revocó la anexión, devolviendo su independencia a la pequeña nación caribeña.

[cita requerida] El ejército español estaba mal equipado y peor preparado (escasa instrucción, material defectuoso),[cita requerida] y fue abastecido con alimentos en mal estado;[cita requerida] de los cerca de 8000 muertos españoles en la guerra, unos 5000 fueron víctimas del cólera y otras enfermedades; por último, quienes dirigían las operaciones desconocían el terreno y acumularon los errores,[cita requerida] como el de escoger la estación de lluvias y vientos como comienzo del ataque,[cita requerida] pese a lo cual la victoria fue para las armas españolas.

[30]​ Isabel II, que se encontraba en San Sebastián, tuvo que abandonar España y exiliarse en Francia, bajo la protección del emperador Napoleón III, quien la recibió personalmente a su llegada a Biarritz.

La reina madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias junto con su marido Fernando Muñoz, duque de Riánsares, había llegado a Francia desde Gijón donde habían sido recogidos por una fragata enviada por Napoleón III.

[43]​ El 22 de agosto de 1873 ―en plena rebelión cantonal tras la proclamación de la República Federal y solo un mes después de que el pretendiente Carlos VII hubiera vuelto a España dando con ello un gran impulso a la tercera guerra carlista― Isabel II, a pesar de la antipatía que le tenía,[44]​ dio su pleno apoyo a Antonio Cánovas del Castillo, que se había convertido en el principal portavoz del «alfonsismo», y le encargó dirigir la causa dinástica borbónica.

[47]​[48]​ En una carta posterior, Cánovas le explicó a la antigua soberana, «con una dureza que Isabel II no había escuchado probablemente de nadie»,[49]​ por qué debía seguir en París: «V.

[54]​ De hecho, intentó hacer pública su oposición al enlace, pero Cánovas se lo impidió.

Isabel II niña, por Carlos Luis de Ribera , Museo del Prado (en depósito en el Museo del Romanticismo ). Óleo sobre lienzo.
Isabel II en 1852, retratada junto a su hija Isabel . Franz Xaver Winterhalter , Palacio Real de Madrid .
Acuarela 97 de la serie Los Borbones en pelota . Ilustra satíricamente el tipo de comentarios que con respecto al matrimonio real corrían por la época. [ d ]
Isabel II y su marido, Francisco de Asís de Borbón .
Isabel II
La red de ferrocarriles en la España peninsular durante el siglo XIX
Versión del estandarte del monarca español con fondo morado , utilizado por primera vez por Isabel II en 1838.
La celebración de la fiesta de la reina Isabel II de España en Saigón el 17 de enero de 1863. Xilografía de L'illustration: journal universel .
Caricatura publicada por la revista satírica Gil Blas el 4 de octubre de 1868, cuatro días después de que la reina Isabel II se viera obligada a marchar al exilio. Llevaba por título ¡A Francia! .
Isabel II en el exilio.
La ex reina Isabel II con sus tres hijas más jóvenes en París (1875).