La producción que se realizaba durante la Edad Media por parte de monasterios o pequeños agricultores era para consumo local.[3] En ella se ligaba a la nueva villa la actividad de producir uvas para Santa María la Real.[1] El viñedo riojano ocupó en la Edad Media central la proporción habitual del espacio rural[4] En el siglo XIII: Gonzalo de Berceo, clérigo del Monasterio de Suso en San Millán de la Cogolla (La Rioja) y primer poeta en castellano conocido, menciona el vino en sus versos.En el siglo XV aparecen las primeras ordenanzas municipales referentes al vino, lo que podría considerarse la semilla de las actual denominación.[10] En 1632 se dictó en Logroño una normativa a petición de los cosecheros por la que se prohibía el paso de carruajes por la rúa Vieja y las calles cercanas, para evitar que las vibraciones echaran a perder los vinos, levantándose esta tres años después por la incomodidad y desolación que causaba.Como se habían construido caminos carreteriles desde las tres provincias vascongadas hacia la Puebla de Arganzón, gran parte del comercio prefería entrar a La Rioja por Haro, con el perjuicio que esto suponía para el comercio logroñés, por lo que estudiaban mejorar los caminos por su cuenta.La ruta tocaría los pueblos de mayor cosecha para llegar a Santander, desde donde se podrían sacar mercancías hacia América, pero la elección del trazado creó disputas, hasta que el rey dictó que iría desde Logroño por Agoncillo, Fuenmayor, Cenicero, Torremontalbo, La Estrella, Briones, Gimileo, Haro, hasta los lindes de Cellorigo con Bugedo.[14] Para costearla se estableció un impuesto fijo que gravaría el vino.Por diferentes censos se sabe que Haro poseía en 1669 116 bodegas, 65 cuevas y cuatro bastardas, con un total de 43.308 cántaras, que aumentarían hasta 54.584 en el año 1683 y hasta 167.832 en el año 1805.[15] Así todavía hoy el subsuelo del casco viejo de Haro está horadado por bodegas y pasadizos.En Haro se pasó de 8000 hl a 25000 durante el siglo XVIII.[9] En la Rioja Baja el vino llegó a sustituir al agua en los trabajos de albañilería y construcción.[18] Las cepas merlot, cabernet sauvignon, malbec y pinot noir, dieron un tono más universal al rioja de aquella época.[18] Éste propuso la contratación de un experto francés para que les asesorase en su cultivo.Entre los años 1852 y 1862 los viñedos franceses fueron atacados fuertemente por el oídio,[19] un hongo que produce manchas blancas polvorientas sobre las hojas, con la consiguiente disminución en su producción.En 1863 comenzó a extenderse por Europa una plaga mucho más dañina, el insecto llamado filoxera, que llegaba a Francia poco después en unas cepas importadas desde Estados Unidos por dos viticultores franceses de la zona del Mediodía francés.Algunos de estos exportadores franceses fueron Sauvignon, Vigier, Anglade, Serres y Porlier.[19] Como esta plaga tardó en ser controlada, algunos de los comerciantes se instalaron en la región produciendo vinos con sus técnicas, mediante la uva que compraban a los cosecheros riojanos.[21] Para ello lo diluían en agua, añadían alcohol industrial importado de Alemania e incluso le aportaban color con productos como la fucsina.[22] Estas tretas motivaron a que algunos bodegueros franceses, como Charles Delouvin y Paul Denis, se asentaron en la región para controlar el vino que se enviaba a su país.[26] El 10 de septiembre de 1888 se aprobaba un Real Decreto por el que se crearían en España cinco estaciones enológicas en Alicante, Ciudad Real, Logroño, Zamora y una central en Madrid.En 1896 se detectó el insecto en Navarra, pero seguía sin tomarse medidas resolutivas en La Rioja.[29] Para el control de este foco se debía arrancar y quemar las cepas afectadas o bien aplicar un caro tratamiento con sulfuro de carbono, para evitar que la larva llegase a desarrollar alas con las que desplazarse a nuevos viñedos.[31] En 1902 se planificó la creación de nuevos viveros, pero esto creaba confrontación ya que los hombres del campo amenazaban con destruirlos porque opinaban que todavía podrían defenderse del ataque varios años.[33] La plantación de vides americanas hacía necesario excavar la tierra a bastante profundidad para airearla y sanearla, lo que se denomina desfonde.[32] Además para injertar las variedades locales en el pie americano requería práctica, por lo que se hacía necesario traer expertos de otras zonas.En los años siguientes se fueron realizando replantaciones mediante las plantas que los viveros proporcionaban, aunque en ocasiones estas eran robadas o destruidas por la desesperación de muchas familias que ante la caída de la producción se veían arruinados y acababan emigrando a otras zonas.[36] Como la labor de replantación en la región era muy lenta, en 1910 se puso en marcha la Caja Vitícola Provincial, que tendría como objetivo facilitar a los pequeños agricultores la compra de injertos y el acceso a la maquinaria para desfonde para reponer sus devastados viñedos.[39] Tras reconstituir el viñedo se empezaron a fundar numerosas bodegas industriales.En 1931 este consejo quedó interrumpido por la proclamación de la Segunda República Española, reanudándose en 1933.
Territorio productor del vino "de Rioja".
Monasterio de San Millán de Suso, propietario de los viñedos mencionados en algunas de las primeras menciones documentales.