Así, el Marqués contactó con Jean Pineau, que tenía las bodegas del Château Lanessan, con quien firmó, representando a la Diputación un contrato para asesorar a los productores alaveses.
Seguidamente, Hurtado envió a la Rioja Alavesa "nueve mil sarmientos de toda garantía", de los tipos Cabernet sauvignon, Merlot, Malbec y Pinot noir, los más finos que se cultivaban en Francia, para experimentar en sus viñedos, donde hasta entonces Tempranillo y Graciano era lo que se cultivaba.
Tras abundantes viajes por toda Europa, heredó las bodegas Elciego y Torrea, de cincuenta y cinco hectáreas, de manos su padre, que administró desde Madrid.
Durante su formación cultural se especializó en la enología y aplicó dichos conocimientos para modernizar e industrializar la producción de vino, llevándola a niveles de producción y calidad comparables a las de Burdeos y Borgoña.
[2][1] Existe una calle en Bilbao con su nombre y otra en el barrio de Salamanca, en Madrid .