Se utiliza tanto para figuras de bulto redondo como para los relieves; y en cuanto a género escultórico, sobresale su uso en estatuaria, en sepulcros, en fuentes monumentales[1] y en todo tipo de monumentos públicos.La roca caliza así formada sufre un proceso metamórfico en condiciones adecuadas de presión y temperatura.Frente a otras piedras usadas en escultura, el mármol presenta como cualidad destacada una superficie traslúcida en un grado tal que la asemeja en cierta forma al aspecto de la piel humana, dando a las esculturas de mármol una profundidad visual bajo su superficie que permite un notable "realismo" o verosimilitud en las representaciones de figuras humanas.[3] A medida que transcurre el tiempo, las esculturas en mármol se hacen más sólidas y durables.La conservación del mármol es problemática por varias razones: al absorber la grasa de la piel cuando se le toca, lo que le lleva a adquirir tonos amarillentos; en cuanto al ataque de los ácidos, aunque en menor medida que la caliza, se ve afectado por ellos, particularmente la lluvia ácida y las deposiciones de las aves, haciéndole vulnerable a su exposición a la intemperie.[6] También se realizan bocetos a menor escala o en materiales más baratos (muy a menudo modelados en arcilla o cera), que se trasladan al mármol "por puntos", con distintos tipos de asistencias técnicas, incluso mecánicas ("máquina de sacar puntos").En cambio, los romanos tenían frente a la escultura griega una postura estética cercana a la nuestra: preferían la superficie del mármol sin pintar, y encargaban copias en mármol de los originales griegos en bronce.Tampoco es muy habitual en la escultura gótica, aunque en esta época la escultura adquiere presencia independiente en retablos (donde lo habitual es la talla en madera, aunque también se usa el alabastro y otras piedras, incluido el mármol) y los monumentos funerarios.