En cambio, se sabe que la máscara goza de fama antigua y legendaria: se presume que este sea el objeto mencionado en el siglo XI en los Mirabilia Urbis Romae, donde se lee: Un texto alemán del siglo XII describe detalladamente cómo, desde detrás de la boca, el diablo −autodenominándose Mercurio (dios del comercio, pero también de los embrollos)− aferró por largo rato la mano de Juliano el Apóstata (que había engañado a una mujer y ante aquel ídolo debía jurar su buena fe), prometiéndole lavar su reputación y una gran fortuna si volvía al antiguo esplendor del paganismo (actualmente dodecateísmo o helenismo).En otra leyenda alemana de dos siglos después, encontramos la imagen que no osa morder la mano de una dama romana que −aun cuando efectivamente había cometido adulterio− la engañó con un artificio lógico.En efecto, antes de colocar la mano en la Bocca, la mujer simuló un desmayo y un caballero, que pasaba por allí, la socorrió solícitamente.En la película Vacaciones en Roma, Gregory Peck preparó una broma a Audrey Hepburn en la escena que rodaron ante La boca de la verdad.Así, Peck, sin previo aviso a la actriz, mete la mano y la esconde por debajo de su manga.