Coloso de Constantino

Con el tratamiento escultórico de la cabeza se trata de transmitir la idea del emperador como un dios, donde se puede destacar sobre todo esta intención en los ojos, muy grandes, con la mirada hacia la eternidad en un rostro rígido e impersonal, frontal.

Se puede apreciar, pues, la tendencia del retrato romano tardío a centrarse en el simbolismo y la abstracción, en vez de cuidar los detalles.

Constantino terminó la basílica tras derrotar a Majencio en la batalla del Puente Milvio en el año 312, aunque, probablemente, reorientó el edificio en ese momento, cambiando de sitio la entrada principal y añadiendo el ábside.

El coloso fue saqueado en algún momento de la antigüedad tardía, probablemente para reutilizar las partes del cuerpo hechas con bronce.

Curiosamente, entre los restos de la estatua hay dos manos derechas, con el dedo índice en alto, que difieren ligeramente.

Cabeza del coloso; c. 307–312 d. C.
Una de las dos manos derechas del Coloso de Constantino.
El ábside occidental está situado a la izquierda en esta reconstrucción de la planta de la basílica de Majencio.