Nicola Salvi dirigió su actividad a la arquitectura después de haber realizado estudios en matemáticas y filosofía.
En la ciudad, el patrocinio para obras de gran envergadura había disminuido mucho con respecto a tiempos pasados.
El proyecto ganó a los de arquitectos más prestigiosos como Ferdinando Fuga y Luigi Vanvitelli.
Concebida como una fachada palacial, a pesar de que en realidad corresponde a una parte secundaria del edificio al que se adosa, la fuente destaca por su monumentalidad, fundiendo elementos de la naturaleza con los órdenes arquitectónicos clásicos.
En el año 1745 fue admitido en la Congregazione dei Virtuosi al Pantheon, una de las academias artísticas más prestigiosas del mundo.