En Italia, considerada la cuna del arte barroco, destaca el escultor Gian Lorenzo Bernini, que domina con perfección la técnica que aprendió de su padre Pietro Bernini, escultor manierista, y el estudio de los modelos clásicos y renacentistas.
Su figura eclipsa al resto de artistas, y fue considerado el Miguel Ángel del siglo XVII.
Alessandro Algardi fue un gran retratista de reyes, papas, aristócratas y burgueses, que utiliza una estética más clásica.
Dirigida por Charles Le Brun desde el año 1663, este impuso la ortodoxia clasicista que dictaban los encargos de la corte.
Pierre Puget fue el más típicamente barroco, por su dramatismo, tensión y la violencia formal de sus obras, claramente influido por Bernini, por lo que tuvo dificultades para que sus obras fuesen aceptadas en la corte (Milón de Cortona, Alejandro y Diógenes, Andrómeda liberada por Perseo).
El estilo de Guillaume, más vigoroso, denota la influencia del barroco italiano que conoció en su estancia en Roma.
Los prácticamente independientes principados se dotaron de palacios e iglesias en cuya decoración, pintura y escultura tuvieron un papel principal.
La escultura barroca encontró un clima muy apropiado para el desarrollo del estilo de Bernini, aunque también se acogió la influencia francesa.
En Austria Georg Raphael Donner presenta un estilo menos barroco de gusto clasicista.
Por último, en el barroco final apuntando hacia el neoclasicismo hay que mencionar a Franz Xaver Messerschmidt y Balthasar Ferdinand Moll.
A estos artistas se deben buena parte de los grupos escultóricos que adornan el Puente Carlos en Praga.
Tipologías específicas, como el retablo-relicario, el retablo-escenario, el baldaquino, etc., aunque no surgen en el Barroco, llegan entonces a su máxima expresión.
Destaca con mucho la imaginería, siendo el material más utilizado la madera, siguiendo la tradición hispana, con policromía y la técnica del estofado, tanto en bulto redondo como en relieve.
La talla en piedra[7] generalmente se limitó a la decoración escultórica de las portadas (fachadas-retablo).
Entre los escultores locales destacó Nicholas Stone, y entre los extranjeros que desarrollaron su obra en suelo inglés Hubert le Sueur[13] (estatua ecuestre de Carlos I,[14] 1633) y Louis-François Roubiliac (ya en el siglo XVIII).
En los Países Bajos del Sur (católicos, pertenecientes a la Monarquía Hispánica -habitualmente denominados genéricamente como "Flandes"-), donde predominó la imaginería religiosa destacando la construcción de púlpitos, estos se cubrieron con una decoración cada vez mayor llegando ya entrado el siglo XVIII, a construirse obras notables en los que el despliegue escultórico adquiere todo el protagonismo frente a su función como mueble litúrgico.
En Portugal al igual que en España, predominó la talla en madera policromada de temática religiosa.
Fue en la segunda mitad del siglo XVIII cuando se desarrolló en Galitzia la escuela de escultura de Leópolis, la más destacada del periodo en la que se puede observar similitudes con la escultura bávara o austriaca.