[1] Creó una escuela equiparable a las de los otros grandes centros escultóricos americanos como fueron el peruano y el quiteño.Con el tiempo, los escultores procedentes de la metrópoli, organizaron el trabajo siguiendo el sistema gremial existente en España.Esta influencia se observa con claridad en la exuberante decoración que en el periodo barroco, recubrió los retablos de los templos.[2][3] Por tanto dada su menor entidad, la llegada de artistas desde la metrópoli y otros puntos del virreinato fue menor que a otros territorios de las colonias.Los escultores podían realizar tareas aparte de las propias a las que les autorizaba la normativa gremial.Así podían ocuparse del ensamblaje de los retablos o del dorado de las imágenes, actividades prohibidas por las ordenanzas y que se hubiesen penado en México o Puebla.La idealización renacentista fue dando paso a un naturalismo en las imágenes, una tendencia al realismo tanto en la representación del cuerpo, que muestra posturas más movidas, como de las expresiones, buscando provocar emociones en el creyente.La creciente importación de obras desde la metrópoli a finales del siglo xvi y principios del siglo xvii, donde destacaron las obras sevillanas, y el desarrollo de la escultura funeraria que buscaba en los representados una apariencia natural.Así imágenes antiguas se estofaban y policromaban al gusto barroco.[11] Por lo tanto, en las primeras décadas del siglo el neoclasicismo abrió el campo a la escultura profana pero en la imaginería religiosa tuvo que convivir con el barroco.