La palabra marfil proviene del árabe Cazmal fil que significa hueso de elefante.
Los residentes chinos en Filipinas eran conocidos como sangleyes y sobre todo se dedicaron al fino trabajo del marfil.
La eboraria es la más refinada manifestación del arte que se desarrolla en Filipinas a la llegada de los españoles.
La evangelización exigía imágenes por lo que se acudió a la población china residente fundamentalmente en Manila, los sangleyes, ‘’artistas de todos los oficios’’ y adiestrados desde siempre en la talla del marfil.
El arte oriental no manifiesta la fascinación renacentista europea por la anatomía humana, que además requiere una gran habilidad técnica en su representación.
Su indumentaria tiende a la sencillez, y aunque se inspira en modelos europeos, el tratamiento de pliegues es convencional.
En el año 166 se registró la primera expedición comercial romana a China, que llevaba marfiles y cuernos de rinoceronte.
La carga más valiosa era la numisma de plata novohispana, que también valía como moneda en el comercio oriental.
Esculturas cristianas hechas en marfil arribaron por primera vez a Nueva España provenientes de Siam, Cochin y Filipinas.