Anteriormente fue llamada Catedral Primada de Centro América, por ser la única Metropolitana del istmo desde 1743 a 1913.
El órgano, que para finales del siglo XX se encontraba casi en el olvido, fue puesto en labores por mandato del recién nombrado Arzobispo metropolitano, Monseñor Rodolfo Cardenal Quezada Toruño (Q.
La tarea fue encomendada al maestro de capilla, organista y director coral, el Licenciado Héctor Raúl Padilla, quien ya poseía los permisos para su interpretación y quien sigue a la fecha con dicha tarea para honrar al templo y a la memoria del Cardenal Quezada, quien le dio nuevamente la solemnidad que había perdido el órgano como insignia del edificio Catedralicio.
[2] Inicialmente, la catedral estuvo asentada provisionalmente en una pequeña capilla, pero la misma se dañó rápidamente obligando a que la catedral se trasladara en 1786 al Beaterío de Santa Rosa, en donde permaneció hasta que fue trasladada a su solar actual en 1815.
En 1821, se construyeron las dos torres del lado oriente -torres menores que daban hacia el cementerio de la ciudad en ese entonces-en las que se colocaron los primeros campanarios y en 1826 se instalaron las puertas del lado oriente, sur y poniente, y las rejas a las claraboyas de las criptas.
La Catedral permaneció en ruinas por más de un año, hasta que el Arzobispo Julian Riveiro y Jacinto logró juntar el dinero suficiente para empezar con la restauración.
Los efectos del terremoto fueron devastadores: aproximadamente veintitrés mil personas fallecieron, setenta y seis mil resultaron heridos y hubo más de un millón de damnificados.
[9] El sismo también ocasionó daños al patrimonio cultural de la nación pues no solamente destruyó la Catedral, dañando sus torres, sino que numerosas iglesias y edificios públicos centenarios;[10] a diferencia del gobierno de Manuel Estrada Cabrera, la respuesta del presidente general Kjell Eugenio Laugerud García fue eficiente.
La historia gira en torno a un idilio amoroso que ocurre en los días de la Semana Santa.