[2] Entre otros acontecimientos, la falta de respuesta efectiva por parte del gobierno, provocó la caída del licenciado Manuel Estrada Cabrera, quien ya llevaba más de veinte años en el poder.
[6] Además, el terremoto que asoló a la ciudad de Quetzaltenango en 1902 se sintió en la ciudad de Guatemala con gran fuerza, pero sin provocar mayores daños,[7] y en 1916 hubo un emjambre sísmico que se prolongó por más de seis semanas, pero que no causó daños materiales.
[10] La energía eléctrica falló durante el sismo, pero los estragos se podían observar a la luz de la luna llena,[10]; la gente permaneció en su ropa de cama observando los destrozos en sus casas y conversando con sus vecinos, mientras ocurrían pequeñas réplicas.
[12] Ese fue el último sismo fuerte por unos días y los pobladores aprovecharon para armar campamentos provisionales en los parques y plazuelas de las iglesias, pues nadie se atrevía a vivir en su casa, aunque estuviera en pie.
Era corresponsal de la revista científica estadounidense National Geographic Magazine y llegó para escribir un artículo no solamente sobre los recientes terremotos en Guatemala sino también sobre el que ocurrió en El Salvador a mediado de 1917.
Desde cerca y lejos llegaba el rugido de paredes que se derrumbaban.
En los cementerios los esqueletos fueron expulsados de sus tumbas y muchos restos humanos tuvieron que ser cremados posteriormente.
Por fin llegamos al último y más grande de los pasos entre las montañas; pero este estaba totalmente bloqueado y se tardaron una semana en limpiarlo porque tan pronto como removían parte de la tierra se producían nuevos aludes.
Que las grietas van de la región del volcán hacia el norte, y no de norte a sur quedó demostrado por una gran grieta que ví que provenía del sur y que después se separaba en cuatro grietas más pequeñas hacia el norte.» «Como los terremotos del 25 de diciembre y del 24 de enero ocurrieron en noche de luna llena, la población se alarmó por lo que podría ocurrir en la siguiente.
En el Diario de Centro América, después de publicar dos ediciones diarias reportando los desastres, se pasó a hacer crítica al Gobierno por la lenta e ineficiente respuesta al desastre.
[18] Además, se publicó en primera plana, tres meses después de los terremotos, que «todavía hay escombros por toda la ciudad».
[24] Los edificios públicos, escuelas, iglesias, el teatro Carrera y los museos estaban todavía en la misma condición paupérrima en que quedaron en 1918.
[25] Pero era en el cementerio general de la ciudad en donde se apreciaba la devastación en toda su magnitud: el lugar quedó totalmente destruido por el terremoto y se contaba que unos ochenta mil muertos habían salido literalmente de sus tumbas, quedando expuestos y poniendo en peligro la ciudad por una posible peste.
Fueron quemados en una pira gigantesca, pero las tumbas quedaron en ruinas y no se había hecho ningún intento por repararlas para 1920.
[25] Por último, el Príncipe Guillermo hace mención en su libro que Guatemala había recibido muchísima ayuda internacional tras el terremoto, pero que el efectivo fue a dar a la fortuna personal del presidente, Manuel Estrada Cabrera, mientras que los bienes fueron vendidos en Honduras por algunos ministros de Estado, quienes percibieron una ganancia considerable.
[26] El poeta peruano José Santos Chocano, quien residió en Guatemala varios años y era amigo personal del presidente de Guatemala, licenciado Manuel Estrada Cabrera, escribió este poema tras la tragedia: La guerra enloquecía Europa.
Fue entonces que escribí mi primer poema, una canción de despedida a Guatemala.