[1] El Palacio Real sufrió cuantiosos daños y hubo de ser reconstruido totalmente.
No quedó ya refugio al vecindario, Ni trepando del monte la alta cima; Pues los fragmentos eran precipicios Que Júpiter fraguó para la ruina.
Salen ya del polvo Desde el umbral repuestos, reconstruidos, Hasta la cumbre los suntuosos templos Con elegante y sólida maestría.
Recobra la ciudad rápidamente De sus mismos destrozos nueva vida, Acaso más feliz ¡quiéralo el Cielo!
Acepta, en tanto, aqueste ronco plectro, Treste consuelo de amorosa rima; Y que por premio conseguir yo pueda Poseer en ti mi suspirada dicha.