[4] A fin de agenciarse de fondos, los dominicos arrendaron sus molinos y la finca la Chácara al ciudadano Juan Capetillo por 150 pesos anuales, quien cayó en mora; luego lo arrendaron a Jacobo Vázquez por 125 pesos anuales, pero para 1819 el nuevo arrendatario también cayó en mora.
La finca y dos de los tres molinos fueron arrendados finalmente por 350 pesos anuales a Sebastián Morales.
[6] Como en la destruida ciudad, el complejo se componía de la iglesia, el convento, huertos y establos.
[10] Reunidos en un gran salón, de improviso entró la tropa invasora, quienes los obligaron a formarse y luego los escoltaron hasta el edificio de la Universidad, que Morazán había convertido en cárcel.
[14] Los dominicos fueron expulsados de Guatemala junto con las otras órdenes regulares;[15] mientras que sus haciendas fueron rematadas a extranjeros y sus conventos expropiados.
[14] El gobierno de Carrera se solidificó y en 1852 firmó un concordato con la Santa Sede, por medio del cual le entregó la educación a las instituciones eclesiásticas y se comprometió a respetar las propiedades de las mismas.
[17] La iglesia recuperó su poder en el país, aunque no así en el resto de la región centroamericana, en donde gobernaban predominantemente los liberales positivistas; estos esperaron hasta que muriera Carrera en 1865 para tomar el control en Guatemala y lo consiguieron el 30 de junio de 1871, cuando triunfó la Reforma Liberal liderada por Miguel García Granados y por Justo Rufino Barrios.
El Señor Sepultado es llevado en una urna de bronce y cristal en estilo francés, sobre sus andas procesionales.
La imagen tuvo gran devoción para la Semana Santa durante las primeras décadas del siglo xx, pero poco a poco fue cayendo en el abandono, hasta que en 1998 volvió a salir en procesión, la cual se ha vuelto tradicional cada tercer domingo de cuaresma.