Cuatro años después, la ley ferroviaria de 1855 ofrece además condiciones más favorables para animar a posibles concesionarios.
[2] Al poco de ser creada la compañía, estuvo completamente comprometida con la construcción del ferrocarril a Zaragoza.
En 1859, el carril ya alcanza Guadalajara, por lo que MZA organiza un servicio de diligencias entre esta estación y Zaragoza.
[3] La construcción continuó los siguientes años con algunas dificultades, tanto económicas como por algún accidente geográfico antes de alcanzar tierras aragonesas.
[7] Sin embargo, la difícil situación económica del país obligó a ajustar precios, por lo que se retrasaron o cancelaron muchas reformas pendientes, así como la modernización de las instalaciones y del parque móvil, lo que llevó a una situación crítica de la compañía.
La MZA logró mantener su existencia por unos años más, pero solo hasta el comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, que introdujo en 1924 el Estatuto Ferroviario, a partir del cual se establecieron ayudas estatales y subvenciones a las distintas compañías ferroviarias para que mejoraran su red y parque móvil, que entonces se encontraba muy anticuado y obsoleto.
[8] Por su parte, la nacionalización de los ferrocarriles era una constante en las discusiones durante la II República Española, pero la inestabilidad política y la crisis económica impidieron llevar a cabo cualquier medida efectiva, por lo que la MZA continuó su complicada existencia.
[9] La guerra civil española dividió en dos partes toda la línea, con sus instalaciones y parque móvil de la MZA.
Al terminar la guerra la red ferroviaria, las instalaciones y el material rodante de todo el país se encontraban en un estado lamentable.