[2] Asimismo existe una explicación legendaria del topónimo, fundada en que la devoción a San Macario Abad, patrono de la villa, procede del valle de Andorra, en el actual principado, que en aquellos tiempos le veneraba como tal.
Andorra está situada entre los valles de los ríos Martín y Guadalope, junto al pequeño río Regallo.
En primer lugar, el casco antiguo, en torno a la iglesia, con calles suavemente empinadas.
La misma empresa construyó años más tarde otro barrio, denominado popularmente «El Poblado».
[2] Asimismo, en el término municipal existen varios yacimientos ibéricos localizados en los alrededores de la población.
Este proyecto ha sido pionero en España, ya que nunca antes se había realizado el traslado y la restitución de un poblado ibérico conservando todas sus características principales.
En aquella época la localidad pertenecía a los dominios del Arzobispado de Zaragoza, hasta que en 1613 logró su independencia al concederle el arzobispo Pedro Manrique la jurisdicción civil y criminal, siendo confirmado dicho privilegio por el monarca Felipe III.
Los diversos productos del campo se almacenaban en la iglesia parroquial, distribuyéndose entre los vecinos mediante bonos o vales.
Hacia 1941, entró en funcionamiento la mina «María», también en Andorra, mientras que la «Barrabasa» se cerró en torno a 1946 por estar casi agotada.
Con el fin de dar salida al carbón extraído en la zona, se construyó un ferrocarril minero que uniera Andorra con Escatrón, inaugurado en 1953.
Su titularidad es privada, comenzando la actividad por iniciativa de la Empresa Nacional Calvo Sotelo (ENCASO), integrada posteriormente en Endesa.
[15] Paralelamente, la agricultura de secano se halla en recesión, a excepción del olivo.
Asimismo, destaca el elevado porcentaje de barbecho que se aplica en la comarca.
El «Centro Pastor de Andorra», emplazado en una casa del siglo XIX, es un espacio dedicado a la jota y al folclore musical aragonés.
La importancia de la minería en Andorra queda plasmada en el Parque Tecnológico Minero MWINAS.
Al exterior destaca su fachada monumental realizada en clave manierista por Juan Rigor entre 1592 y 1609.
El edificio posee una nave de planta rectangular dividida en cinco tramos y rematada con cabecera plana.
En los aledaños del parque de San Macario se encuentra el parque arqueológico de El Cabo, que reproduce un poblado íbero cuyo origen se remonta al siglo V a. C. Originariamente el poblado estaba situado junto a las explotaciones mineras, siendo excavado y trasladado piedra a piedra hasta su actual emplazamiento.
Se encuentra totalmente reconstruido en planta, y tres de sus espacios han sido reconstruidos en alzado, pues la información recogida en la excavación ha permitido concluir como era el módulo de sus adobes, sus techumbres y sus entradas.