Una reclamación de 1392 ante el Rey nos esclarece que los moros labradores de Jubera protestan por ser discriminados y obligados a pagar más impuestos que los pocos cristianos del mismo lugar.
Los diccionarios geográficos de principios del siglo XIX describen la antigua aldea como un simple castillejo o atalaya abrigo de ladrones[1] localizado en un monte.
[2] A finales del siglo XVIII se quema la aldea, destrucción que aprovecha entonces el Obispo Juan Díaz Guerra para reconstruirla.
A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Castilla la Vieja[3] que en el censo de 1842 contaba con 24 hogares y 92 vecinos.
[8] En el año 1981 contaba con 47 habitantes, concentrados en el núcleo principal, pasando a 7 en 2020, 3 varones y 4 mujeres.