Esta dura reacción marcó la ruptura entre el antiguo régimen y las nuevas clases sociales nacidas de la industrialización.
[28][29] Con la guerra finalizada y libres de perder sus tierras, los campesinos se volvieron hostiles hacia el nuevo gobierno.
Aun así, sí se nacionalizaron sectores considerados estratégicos como bancos, compañías de seguros, industrias pesadas y extractivas o monopolios.
En 1927 son casi 6 millones los jornaleros y campesinos pobres desposeídos, produciéndose emigraciones masivas hacia Siberia o los Urales, donde también el número de parados no hace más que aumentar.
De esta manera, estos antiguos especialistas, pasan a controlar nuevamente los contratos, salarios y despidos.
Con la nueva libertad económica que trae la NEP, vuelven elementos propios del capitalismo como los hombres de negocios, la especulación o las empresas privadas.
De este modo aparece una burguesía rural que constituye una amenaza para el régimen por sus distintas tendencias ideológicas y económicas.
La solución a esto se encontrará en las grandes explotaciones agrícolas del Estado, un nuevo y moderno equipamiento tanto agrícola como industrial e imponer el desarrollo de una poderosa industria metalúrgica y siderúrgica, indispensables para la industrialización e independencia del país (autonomía económica).
[52] A pesar de todo la crisis mundial trastocó gravemente las previsiones del primer plan al frenar las exportaciones previstas.
Este plan se caracterizaba por ser más equitativo con todos los sectores económicos a pesar de seguir habiendo industrias que tenían prioridad sobre otras.
[52] En 1941, la Unión ocupa el segundo lugar a nivel mundial en la producción de hierro, petróleo y oro.
El transiberiano triplicó sus líneas, el enlace Moscú-Leningrado dobló su capacidad y una infinidad de nuevas líneas fueron construidas, las cuales conducían a nuevos centros industriales y a los más recónditos territorios de la Unión Soviética — Urales-Kuznetsk, Moscú-Járkov o Karagandá-Baljash.
Parte de la cosecha debía ser entregada al Estado en una cantidad y precio determinado por el propio gobierno.
[73] En este sentido se extienden las asambleas periódicas en el seno de las empresas donde los obreros ponen en común los problemas y sus reivindicaciones.
[75] La productividad sigue siendo muy baja en un sector que aún emplea al 38% de la población y está totalmente mecanizada.
[79] Al finalizar el plan quinquenal en 1970, la Unión Soviética se había convertido en la mayor potencia industrial del mundo, produciendo más acero, hierro, cemento y tractores que cualquier otro país.
Todos estos grandes logros soviéticos que iban acercando a la Unión cada vez más con Occidente terminaron súbitamente en 1973, coincidiendo con la Crisis del petróleo en Europa y EE.
[112][114] En materia económica se permitió la apertura de numerosos servicios privados como restaurantes o negocios al por menor.
Al ser todo empresas estatales, en caso de obtenerse beneficios estos se repartían, en parte, entre los trabajadores.
[121] Los sueldos no eran ni mucho homogéneos entre los diferentes sectores, dándose grandes variaciones dependiendo del puesto de trabajo y su cualificación.
Las empresas, aunque propiedad del Estado, poseen su propio plan técnico y financiero, por lo que gozan de gran independencia.
Esta propiedad personal, según términos soviéticos, incluía sólo aquellos bienes que sirvan para satisfacer las necesidades familiares o individuales.
Moscú aumenta durante los primeros planes quinquenales su población en 2 millones de individuos, llegando a los 4 137 000 en 1939, mientras su metrópolis se incrementa en un 74%.
En cuanto a estas nuevas ciudades, suelen ser ciudades-fábrica cuyos ciudadanos se dedican íntegramente al trabajo en las industrias.
[145] Las industrias extractivas también obtenían cantidades aceptables de wolframio, uranio, platino, bauxita, fosfatos o sales potásicas.
Las repúblicas occidentales poseían tanto industrias madereras o textiles como las más avanzadas fábricas de ordenadores, telefonía y óptica.
Anualmente salían de las fábricas soviéticas 559 000 tractores, más que en ningún otro país, 1 300 000 automóviles, 873 000 vehículos comerciales, 250 000 camiones y 1 100 000 motocicletas.
Los soviéticos no podían adquirir una vivienda en propiedad por lo que para obtenerla el Estado se la alquilaba por un precio simbólico.
En ella los países miembros aceptaron por unanimidad la responsabilidad gubernamental para garantizar el cuidado y la atención sanitaria a los ciudadanos.
En las semanas posteriores Yeltsin instauró una nueva constitución y los partidos políticos de izquierda que había apoyado a los legisladores fueron temporalmente prohibidos.