Tratado de Rapallo (1922)

Otras potencias económicas, Japón y los Estados Unidos, tampoco eran fácilmente aceptables para romper el aislamiento pues no solo también habían participado en la intervención extranjera en Rusia sino que Japón aún era un rival político y económico de la RSFS de Rusia en Siberia, mientras que EE. UU.

Ante ello, la derrotada Alemania era el candidato más idóneo para iniciar la ruptura del aislamiento soviético.

Cuando las potencias vencedoras del Tratado de Versalles determinaron establecer el nuevo esquema económico y monetario de Europa tras la Gran Guerra, aprovecharon también para plantear sus relaciones internacionales con la Rusia bolchevique, ya consolidada tras su total victoria en la guerra civil rusa, y efectuar sus reclamos por las deudas del Imperio ruso no reconocidas por el nuevo régimen comunista, así como por los daños sufridos por empresas extranjeras durante las nacionalizaciones ejecutadas por el Gobierno soviético.

No obstante, al quedar Rusia excluida de los acuerdos de Versalles, el Ejército Rojo se había desarrollado sin más limitaciones que las impuestas por su aislamiento tecnológico.

No obstante, el Tratado de Rapallo permitió al Gobierno alemán enviar misiones militares de la Reichswehr a la URSS y aprovechar así las prácticas del Ejército Rojo con tanques y aviación, llegando al extremo que la Reichswehr inclusive poseía un aeródromo de entrenamiento propio en la localidad soviética de Lípetsk.