En el Mesolítico diez mil a cinco mil años a. C., el ser humano comienza la recolección de miel de colmenas silvestres y en el Neolítico cuando aprendió a controlar las abejas y enjambres.
Los griegos, que fundan Éfeso en el año 1100 a. C.-1000 a. C. en el Asia menor en la Anatolia hoy Turquía, veneraron la apicultura dado que la Diosa Artemisa (después Diana para los romanos) era representada en las monedas[2] con el cuño de una abeja en los años 480 a. C. En la Tracia también fue muy común acuñar monedas con una abeja.
La apicultura alcanzó su apogeo cuando el único elemento conocido para endulzar los alimentos era la miel.
Una vez eclosionado el huevo, la larva será alimentada durante todo su ciclo con jalea real preparada por las abejas obreras.
Se aparea en pleno vuelo con los zánganos de la colmena, llenando su espermateca del semen necesario para fecundar los huevos que va a poner durante toda su vida, es decir, la reina queda fecundada para toda su vida (un máximo de cinco años).
Una vez alcanzado el estado adulto, desarrolla diferentes trabajos en la colmena en función de su edad: los tres primeros días limpian las celdillas, los seis siguientes días segregan la jalea real con las glándulas que tienen en la cabeza [4] alimentado a las larvas y también a la reina, mantienen la temperatura y humedad del nido ventilando la colmena si es necesario, y acompañan a la reina, preparan pan de abeja para alimentar a las larvas después de su tercer día de vida, segregan cera con sus glándulas especiales en la parte externa del abdomen, segmentos cuatro al siete en los llamados espejos de la cera que son unas superficies muy pulimentadas sobre las cuales se sitúan cuatro pares de glándulas productoras de cera,[5] elaboran el néctar traído de las flores reduciéndole la humedad para convertirlo en miel, construyen los panales tanto para criar nuevas abejas como para almacenar miel y construirán las celdas reales para que nazcan nuevas reinas y pueda la colonia enjambrar o renovar su reina demasiado vieja o con alguna tara.
Las abejas obreras que nacen en primavera viven unas siete u ocho semanas y las que nacen en otoño, unos cinco o siete meses porque pasan el invierno en la colmena siendo relevadas en primavera.
Son variados los productos que se obtienen del infatigable trabajo de estos admirables himenópteros.
También se ha elaborado a partir de la miel productos tales como crema facial, champú, acondicionador para el cabello y polimiel.
En las especies venenosas, el ovipositor de las obreras se ha modificado para transformarse en un aguijón barbado.
Existen diferentes tipos de colmenas, las cuales difieren principalmente en sus medidas de ancho, largo y alto las más utilizadas actualmente son las langstroth, dadant, Colmena Layens, africanas y otras.
Se comercializa en varios países aunque las colmenas con cuadros iguales son más populares.
Está muy introducida en la Comunidad Valenciana, Región de Murcia, Andalucía y Extremadura.
En la actualidad no es posible realizar una apicultura avanzada sin un manejo adecuado de prácticas sanitarias.
En sólo los cinco años precedentes a 2024, el número de panales del país aumentó en 1 millón.
Se trata de un desorden por el cual las abejas adultas disminuyen repentinamente aun cuando la colonia estaba en perfectas condiciones.
Si bien todavía no se ha descubierto qué causa este desorden, se cree que está relacionado con un virus denominado Israel Acute Paralysis, el Nosema ceranae y la Varroasis son también causas muy probables.
En 2018, el número total de abejas mieleras domesticadas del planeta se había incrementado en 45% en las últimas cinco décadas; expertos citados por el Sierra Club declararon: «las abejas de miel no van a extinguirse […] tenemos más panales que nunca».
[9] Se atribuye a Albert Einstein la frase: "si las abejas desaparecieran, a la humanidad sólo le quedarían cuatro años de vida" pero con nuevos datos[10] se sabe que no es así ya que esa frase tiene otro origen.