Éste se extendió por toda la meseta, ocupando preferentemente las cotas altas y laderas de las elevaciones que la conforman, adoptando una tendencia periférica.
Sin embargo, las diferencias entre ambos es mucho mayor, afectando a todas los aspectos de la cultura, organización social y ámbito religioso.
Hacia la mitad del II milenio a. C. se produce un cambio radical en las características culturales que definen el Bronce Medio con respecto a los grupos humanos asentados en Carmona en la etapa precedente.
En torno al siglo VIII a. C. se produce un fenómeno que va a transformar intensamente la historia de las comunidades bajoandaluzas.
La estructura del edificio así como la simbología representada en los vasos parece indicar que es un complejo religioso.
Las cabañas circulares se convirtieron en casas de planta rectangular, construidas al modo fenicio, con división interna en habitaciones destinadas a los distintos usos que la nueva sociedad requería.
Este incipiente núcleo fue concentrando y transformando todo el poblado en un proceso que culminaría a mitad del siglo VI, cuando la caída de Tiro desmoronaría la estructura comercial fenicia arrastrando hacia la ruina al mítico Tartessos.
La crisis que acabó con Tartessos, inauguró un período de incertidumbre aún no bien definido por la investigación histórica.
La decisiva batalla de Ilipa tuvo lugar, según Apiano, en Carmona, el principal núcleo púnico en la Turdetania.
Durante la República, Carmona sigue manteniendo la misma estructura urbana que se habías descrito para el período turdetano y púnico, con pequeñas modificaciones apenas perceptibles por la arqueología.
Los datos proporcionados por las excavaciones arqueológicas, han permitido documentar un complejo alfarero situado en las laderas del Albollón, localizado fuera de las murallas.
Se llevaron a cabo fuertes transformaciones urbanísticas, en trazados, creación de servicios, consolidaciones, etc. Carmona adopta un plano organizativo radicado en el centro.
Estas condiciones naturales estaban reforzadas en época romana por una muralla que abarcaba todo su perímetro y por puertas fortificadas.
La cerca murada debió discurrir, sin apenas variaciones, bajo el trazado de las murallas medievales que todavía se conservan, excepto en las zonas del Albollón y Cenicero, donde su trazado fue variando conforme se ganaba terreno a las dos vaguadas históricas colmatadas en época romana.
En la zona del Arbollón, la excavación arqueológica realizada en 1989 documentó la existencia de una vaguada colmatada en época romana posterior al siglo I.
La puerta se compone de dos espacios abovedados enmarcados por sendos arcos que dejaban entre sí un patio o intervallum.
Determinados argumentos como las características constructivas, sus dimensiones, su localización topográfica y su situación con respecto a la ciudad romana, apuntan la posibilidad de que se trate del teatro, si bien, es una hipótesis sin confirmar.
A comienzos del siglo XXI se encontraban en proceso de documentación y estudio las estructuras conservadas, así como las cisternas que la alimentaban.
La cámara de combustión o furnium estaba excavada en el suelo y poseía un pilar central que servía para sostener la parrilla.
Una vez instalados, los musulmanes conservaron el viejo nombre de la ciudad, adaptándolo a su fonética: Qarmuna.
Datos más concretos que permitan definir la situación particular de Carmona apenas si los hay.
De los tres alcázares con que cuenta la ciudad, al menos dos estuvieron en uso durante el dominio islámico.
Ejemplo paradigmático de este fenómeno es la parcelación con fines ocupacionales del solar que antes ocupara el foro romano.
Suya fue la decisión de restaurar el antiguo palacio musulmán del Alcázar Real, que reforzó con una nueva barbacana y dos grandes torres cuadradas.
Desde el punto de vista económico, Carmona era un pueblo fundamentalmente agrícola y, sin duda, rico en este aspecto.
Algo parecido sucede con los conventos: las antiguas portadas ojivales de Santa Clara y Concepción se ciegan para levantar fachadas dieciochescas.
Si la Iglesia vio sus bienes confiscados y vendidos en pública subasta, la aristocracia, en palabras de Cruz Villalón «incrementó su patrimonio territorial en nuestra ciudad».
Se crean las primeras industrias relacionadas con la transformación de productos agropecuarios: fábricas textiles, oleícolas, panificadoras, harineras, jaboneras, etc.
Sin embargo, la década de 1960 vería la decadencia del ferrocarril frente al transporte a motor por carretera.
En los cuatro meses siguientes fueron ejecutados sin juicio 201 hombres y 16 mujeres en «aplicación del bando de guerra».